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      Un mate con... Nazarena Vélez: “Tuve que trabajar mucho para salir de la oscuridad”

      • La actriz y productora se confesó en una íntima charla con Clarín.
      • Cómo es hacer teatro con su familia, cuando no le quedó otra que salir a trabajar en su peor momento, la adicción a las anfetaminas, la depresión...
      • "Me obligué a sanar porque sino me moría".

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      La actriz y productora se confesó en diálogo con Clarín.

      Nazarena Vélez conoció la fama cuando todavía era una adolescente y, desde ese momento, su vida ha transcurrido frente a las cámaras.

      Desde proyectos y trabajos, hasta casamiento, nacimientos de sus hijos, separaciones, adicciones y escándalos mediáticos, la hemos visto crecer, cambiar, tocar fondo, sanar, reinventarse y salir adelante.

      Hoy, a los 50, Nazarena no sólo es actriz, productora y ista de LAM (América TV), también es mamá y abuela.

      En esta charla con Clarín hizo un recorrido por su historia y habló sobre Suspendan la boda (@suspendanlaboda), la obra que ya fue un éxito en Carlos Paz y ahora la rompe en el Teatro Picadilly (viernes y sábados, a las 21) con ella como productora y protagonista junto a su pareja, Santiago Caamaño, su hija, Barbie Vélez, y Facundo Gambandé.

      “Estoy muy orgullosa de la comedia que armamos porque la armamos de cero. Es un proyecto familiar”, expresó.

      -¿Cómo es trabajar con tu pareja?

      -Es hermoso. Primero porque Bocha es un actor al que respeto mucho, porque es un actor formado. Aparte porque lo amo, es un bombón. Es un placer trabajar con gente que uno ama. Para mí es mucho más fácil porque cuando vos amas, respetás. Entonces, para mí el éxito del trabajo también tiene que ver con el respeto que nos tengamos. Cuando uno respeta podés estar en desacuerdo con algo, pero siempre lo vas a decir desde el respeto. Entonces es más fácil y más fluido.

      A sus 50 años, en Clarín, Naza Vélez hizo un recorrido por su historia. Foto: Rocío Carrasco.A sus 50 años, en Clarín, Naza Vélez hizo un recorrido por su historia. Foto: Rocío Carrasco.

      -¿Llevan los problemas del trabajo a casa?

      -A veces lo llevamos a casa. Es inevitable, y más cuando también somos productores de la obra. Es inevitable no llevarlos. Pero te repito, cuando se habla desde el respeto, no es un problema. Aparte el Bocha es un apasionado del teatro, entonces también me gusta escucharlo. Me gusta escuchar su punto de vista. Y lo mismo le pasa a él conmigo. Es muy fácil.

      -A vos te gusta más producir que actuar, pero te seguís subiendo al escenario…

      -Porque económicamente me sirve. Yo tengo un ida y vuelta con la gente que es hermoso. Entonces no es lo mismo cuando estoy arriba del escenario que cuando no estoy. Y me subo con mucho amor, con mucho respeto al público. Yo respeto mucho la gente que apuesta al teatro, que sigue apostando a la cultura, que cree en uno. A mí me llena de orgullo. Por eso soy muy exigente como productora. A mí no me interesa la entrada de este fin de semana, me interesa la entrada del año que viene, de esa gente que cuando sale te dice “te juro que te vuelvo a ver porque me encantó lo que hacés, porque haces cosas diferentes”.

      Nazarena, Barbie, El Bocha y Facu Gambandé celebrando el éxito de "Suspendan la boda".Nazarena, Barbie, El Bocha y Facu Gambandé celebrando el éxito de "Suspendan la boda".

      -Siempre fuiste muy laburadora y trabajaste mucho para tener lo tuyo, pero después de la muerte de quien era tu esposo (Fabián Rodríguez) perdiste todo… ¿Cómo fue para vos salir a trabajar cuando todavía tenías ese dolor a flor de piel?

      -No me quedó otra. Estaba rota. Cuando uno está roto todo es difícil. Es difícil respirar. Es difícil comer. Imagínate salir a trabajar, relacionarte con otros. Fue duro. Fue muy difícil no tener el tiempo físico que uno necesita para que vos decidas si te querés quedar en la cama tirado, llorando, ir todos los días a terapia o lo que sea que te haga sanar... Estaba obligada a tener que salir a trabajar. En mi caso fue extremo porque yo me quedé en la calle, me quedé en la calle con tres hijos. Fue muy difícil.

      -¿Todavía pensas mucho en esa época?

      -Es que yo hago un trabajo o hice un trabajo muy fuerte, que es fingir demencia. Yo fingía demencia, me ponía mucho trabajo, mucho más del que tal vez podría soportar, todo para seguir... Costó muchísimo, pero muchísimo realmente. Pero el ser mamá de tres criaturas y tener en ese momento un nene de tres años (Thiago, hoy de 14 años), que se había quedado sin su papá, era como un motor para mí muy, muy fuerte.

      -Ya pasaron 10 años, pero te seguimos sacando este tema porque sos un ejemplo para muchas mujeres, algunas te escriben en redes...

      -Yo tengo una relación muy linda con la gente. Y esto que vos me decís lo siento mucho en la gente. Entonces cuando me escriben para contarme situaciones similares a las que yo he pasado, siempre me quedo y hablo, siempre desde mi humilde lugar, porque solo te puede aconsejar un profesional. Cada uno tiene su camino, tiene su forma, hace como puede... Pero me encanta hablar con la gente y que confíen en mí.

      -¿Y te pesa un poco que siempre te recuerden ese tema?

      -Sí. Igual, yo lo recuerdo también. El problema es al comienzo, cuando, como te dije recién, querés fingir demencia y todo el tiempo te lo preguntan o te hablan de eso desde el amor, porque no es que te lo hacen para que vos sufras. Lo hacen desde el amor y te preguntan constantemente. Después, cuando pasa el tiempo, uno aprende a vivir con esas cicatrices y si encima esa cicatriz puede ayudar a otro, bueno.

      -Es que has crecido frente a las cámaras y la gente siente que te conoce…

      -Sí, es parte... Yo siento que tengo un millón de vecinos que me saludan y me preguntan. Pero como siempre es desde el amor, no me resulta invasivo. Lo veo desde el cariño, realmente desde el cariño.

      -Hoy, a la distancia, ¿sentís que aprendiste algo de esa experiencia?

      -A sanar cicatrices y a seguir adelante. Uno no quisiera aprender de esos momentos, pero realmente aprendés a valorar otras cosas. Yo capaz que me enroscaba demasiado con la guita, con el laburo, con el progresar... Y no frenaba a disfrutar. Cuando te pasan cosas tan tremendas le empezás a realmente dar valor a lo que tiene valor, a tus seres amados, que tal vez mañana no los tenés. A mí me pasó con mi hermanita de 21 años. Entonces eso de creerte inmune y que nunca te va a pasar absolutamente nada... De repente viene Dios y te da un tortazo. Sin querer, aprendés. Yo creo que uno aprende más del dolor que de las cosas que van bien.

      Nazarena Vélez, en la charla con María Lapadula. Foto: Rocío Carrasco.Nazarena Vélez, en la charla con María Lapadula. Foto: Rocío Carrasco.

      -Vos has pasado momentos dolorosos, has hablado sobre la depresión, el alcohol y también sobre tu vínculo con las anfetaminas. ¿Qué te llevó a ese límite?

      -Con respecto a las anfetaminas, yo tengo 50 años, creo que a las mujeres de nuestra generación nos han impuesto un montón de estereotipos que son imposibles. Yo me crié con que todas teníamos que ser la muñeca Barbie. Y somos todas diferentes. Todas tenemos otros cuerpos, otros metabolismos, otras caras, otro pelo... Y es como que yo me crié con eso que tenías que ser perfecta. Y ni que hablar el haber empezado a los 14 años como modelo… Aún era mucho más, mucho más. Entonces, con una autoestima muy baja, pero muy baja, caí en las anfetaminas, en lo fácil, en tomarme una pastilla para poder encajar en ese cuerpo de Barbie que yo naturalmente no tengo. Naturalmente no soy así. Y por supuesto que me arrepiento y hasta me avergüenzo. Pero también me entiendo y me perdono. Me perdono porque era así, porque así nos criaron, lamentablemente.

      -Has hablado abiertamente sobre la relación tóxica que tenías con tu cuerpo, pero, a la vez, tenías que mostrarlo por tu trabajo, ¿Cómo vivías internamente esa contradicción?

      -Horrible. Sufriéndolo. Cuando vos no te querés y te mirás frente al espejo y no te gustas, mucho menos te vas a gustar cuando te exponés. Pero a la gente sí le gustaba. Nunca me miré frente al espejo y dije “qué bonita, qué bomba, qué increíble, voy a ser modelo”. Era el afuera el que me decía “vos tendrías que ser modelo”. Y ni bien empecé tuve mucha suerte en el medio debido a lo que a lo que veían, a lo exterior. Pero yo tenía una lucha interna muy fuerte. Era muy contradictorio.

      -¿Te pasó algo puntual que te haya marcado y que generó que empieces a sentirte así?

      -Yo de chiquita era gordita y siempre sufrí bullying en el colegio. Hace 40 años, cuando yo tenía 10 años, esto del bullying era todo el tiempo. Todavía sigue siendo hoy, pero antes eran mucho más crueles y los chicos repetían lo que escuchaban de sus padres. Los chicos no tienen filtro y yo lo he padecido. Más allá de eso, al empezar como modelo, siempre me exigieron tener un peso, entrar dentro de la talla. Entonces era mis mambos, más la exigencia del afuera.

      Nazarena Vélez: "Siempre sufrí bullying en el colegio". Foto: Rocio Carrasco.Nazarena Vélez: "Siempre sufrí bullying en el colegio". Foto: Rocio Carrasco.

      -¿Cómo pudiste sanar ese vínculo con tu cuerpo?

      -Bueno, casi me muero. Lo sané porque casi me muero. Me agarró un preinfarto por las pastillas, por las anfetaminas, por el exceso de esa basura que creo que todavía hoy no se habla como se debería hablar, que es una droga fatal que te arruina completamente. Y ante la muerte, ante la inminente muerte que yo podía llegar a tener, dije ¿qué estoy haciendo? Ya era madre de dos hijos... y yo me considero una buena mamá, porque yo amo a mis hijos, la frase 'yo doy todo por mis hijos' es real. Yo doy mi vida por mis hijos y casi me muero por pertenecer, por encajar, por seguir estando dentro de lo que el medio y la autoexigencia que yo tenía me imponían. Entonces fue pensar “estoy loca, ¿qué estoy haciendo? Me estoy matando. Voy a dejar dos criaturas sin la madre...”. Ahí fue como un golpe en la cabeza de decir se terminó. Basta.

      -En ese momento, ¿te dejó de importar tu imagen o fue un proceso?

      -No, no, sí me importó. Y hasta el día de hoy que me sigue importando. Te mentiría si te dijera que no. Cuando vos tenés un problema grave de autoestima, lo llevas toda la vida. Después empezás a ordenar tu cabeza y las prioridades. Decís “esto me va a llevar a la muerte. Yo traje tres hijos a la vida, soy una mujer muy responsable y sé que como madre yo los tengo que criar. ¿Cómo me voy a morir? No me puedo morir. No, no me puedo provocar la muerte". Entonces ahí fue de un día para el otro, porque si no, realmente me moría. Y después fue empezar a asimilar un montón de cosas. El rebote increíble que te da el haber tomado, durante décadas, pastillas. Y empezar a entender de que ok, es una vida sana o la muerte.

      -Con las redes sociales ese ideal de belleza incluso se volvió aún más inalcanzable con el tema de los filtros, ¿Qué consejo le darías a una chica, a una adolescente, que hoy está luchando con esos estándares tan inalcanzables?

      -Que lo más importante es la salud. Parece una boludez, pero es tan real. Uno puede tener mil problemas, pero si tenés salud tenés la posibilidad de resolver esos problemas. Cuando hacés un montón de pavadas para pertenecer a algo, como fue en mi caso, y perdés la salud, tenés un solo problema, que es eso. La salud es lo más importante y el mirarnos con amor… Yo hoy me miro y no te voy a mentir y decir que me encanto. Pero sí me miro con mucha compasión y digo “me la re aguanto”. Tengo 50 años, soy abuela, y llevo un montón sobre mis hombros y me miro con amor, con respeto. Te empezás a mirar con mucha más compasión. La comparación es lo que nos mata. El compararte con otros, con el cuerpo de otros. El comerte el viaje del filtro, el querer tener esa piel perfecta... Pero me parece que todavía nos queda un largo camino.

      -Hoy por hoy te vemos como más liviana, conectada con el humor... ¿Qué cambió internamente?

      -Yo creo que la edad te va empezando a dar un montón de cosas y yo me apoyo mucho en el humor. Para mí el humor es fundamental en la vida, el reírte… Bueno, está comprobado científicamente que hasta el reírte falsamente hace que tu cuerpo largue endorfinas y te pongas bien. Para mí el humor es fundamental, pero fundamental en la vida.

      Nazarena Vélez, disfrutando del calor en España, en sus últimas vacaciones. Foto: Instagram.Nazarena Vélez, disfrutando del calor en España, en sus últimas vacaciones. Foto: Instagram.

      -Te escuché contar que vos tenés una tendencia a irte un poco para abajo y que trabajás conscientemente para estar bien todos los días, ¿Qué cosas hacés?

      -Desde ponerme música a cuando me enrosco con algo que me genera mucha tristeza ir a darme una ducha. Yo tuve que trabajar mucho para salir de la oscuridad. Tuve que trabajar mucho para salir de la depresión y siento que más allá de estar acompañado por profesionales, tiene que ser una decisión de uno. Tiene que ser una decisión de uno lo que me va a pasar a mí anímicamente en el día de hoy y cómo me voy a tomar todo lo que va a pasar, desde el laburo, no tener guita, tener un familiar enfermo... Cómo yo lo tomo y qué hago con eso. Yo hice todo lo que te puedas imaginar, desde biodecodificación hasta alinearme los chakras. Lo que yo sentía que podía ser bueno, lo hice. Y en el día a día entro capaz que en un ataque de llanto, porque recuerdo algo, porque algo me angustia y me tomo ese tiempo para llorar. Te lo tenés que permitir. Pero después, pasado los dos días digo "no me puedo quedar todo el día en la cama. Yo soy mamá, yo tengo que ir a trabajar". Me lavo la cara, pongo la música que me hace bien, me prendo un sahumerio, me genero un clima que me levante... Yo hago mucho día a día para estar bien.

      -Se nota que has evolucionado mucho…

      -Te juro que hice un gran trabajo. En un momento de mi vida me di cuenta que era muy triste vivir conmigo y que era muy triste para mis hijos. Era un bajón estar al lado mío. Yo vivía en pijama, llorando, angustiada, sin ganas, sin encontrar un motivo. Teniendo tres criaturas sanas, hermosas, que son el pilar de mi vida que yo quise traer a la vida... Y de repente me encontraba en una oscuridad... mis hijos no se lo merecían, mis viejos no se lo merecían, mis hermanos no se lo merecían. Pero el ser madre me sacó de ahí. El decir “qué bajón estar al lado mío”. Entender eso y decir "bueno, no, esto lo tengo que cambiar. ¿Cómo hago? Bueno, busquemos herramientas".

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      La actriz y productora respondió el cuestionario al paso de Clarín.

      -Estas herramientas son las que te ayudaron a convertirte un poco en tu mejor amiga...

      -Si, me convertí en mi mejor amiga. Vos sabés que yo me había dado cuenta en un momento de mi vida que yo soy excelente consejera. Yo de amiga soy un 10. Te juro que tenés un quilombo y me llamas, porque yo te aconsejo como la aconsejo a mi hija o hermana, desde el amor profundo. Y no era así conmigo, conmigo era un bajón, me aconsejaba horrible, me hablaba horrible, todo era feo hasta que dije “empezá a hablarte con amor, empezá a aconsejarte como aconsejas realmente a tus hijos, empezá a mirarte con amor”. Yo siempre lo pensaba desde la maternidad, si el pilar de la casa, que soy yo, está mal, es imposible. Yo te metía una vitamina absoluta, porque me considero una persona vitamina, que te levanta, y conmigo era un bajón, hasta que dije "tengo que convertirme en esa mejor amiga que soy".

      -¿Y el Bocha qué rol cumplió todo esto?

      -Es un gran compañero de vida. Cuando ya pensé que no me iba a encontrar nunca más con el amor apareció el Bocha. Es una persona que me llena de amor. Es un compañero de vida, es un padrazo sin ser padre. Es un hombre que me da paz. Yo no estaría con el Bocha si no me generara todo lo que me genera. Me genera mucho amor, mucha paz y mucha contención. Pero vos sabés que si yo no sanaba, no le iba a dar cabida en mi vida. Porque es una persona tan buena que a veces uno cuando está tan contaminado, las personas buenas no tienen lugar en tu vida. Las personas que te dan alegría, si vos querés estar triste todo el día, no le vas a dar entrada a esa persona. Si vos no estás bien, es muy difícil que se te acerque o que puedas convivir con una persona que te haga bien. El Bocha es luz en mi vida.

      Nazarena Vélez: con quién tiene un mate pendiente y qué le diría a la Nazarena de años atrás

      -¿Te queda un mate pendiente con alguien?

      -Seguramente. Sí. Se me vino una persona a la cabeza que no te voy a contar, je. Pero sí.

      -Si pudieras tomarte un mate con la Nazarena de hace algunos años, ¿Qué le dirías?

      -La abrazaría. A mi Naza más chica la abrazaría, esté en el momento que esté. La abrazaría y le diría “tranquila, estás haciendo las cosas bien. Tranquila, tranquila, tranquila. Estás haciendo lo que podés”. Porque uno también tiene que entender que uno hace lo que puede en el momento que puede. Así que me daría un abrazo.

      DD


      Sobre la firma

      María Lapadula
      María Lapadula

      Redactora de la sección Fama [email protected]

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