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      La historia secreta de la búsqueda de Trump de un nuevo Air Force One

      La historia secreta de la búsqueda de Trump de un nuevo Air Force OneEl Boeing 747-8 de Catar en el Aeropuerto Internacional de Palm Beach, Florida, luego de que el presidente Trump recorriera el avión en febrero. Al Drago para The New York Times.

      El presidente Donald Trump quería una solución rápida a su problema con los Air Force One.

      Estados Unidos firmó en 2018 un contrato por valor de 3900 millones de dólares con Boeing por dos aviones que se utilizarían como Air Force One, pero una serie de retrasos había ralentizado los trabajos mucho más allá del plazo de entrega de 2024, posiblemente rebasando el segundo mandato de Trump.

      Ahora Trump tenía que volar en los mismos aviones viejos que transportaron al presidente George H. W. Bush 35 años atrás.

      No era solo un proyecto de vanidad.

      Esos aviones, que ya no se fabrican, requieren un mantenimiento exhaustivo y reparaciones frecuentes, y funcionarios de ambos partidos, desde hace una década o más, habían estado presionando para que fueran sustituidos.

      Trump, sin embargo, quería un avión nuevo mientras él siguiera en el cargo.

      ¿Pero cómo?

      “Somos los Estados Unidos de América”, dijo Trump este mes.

      “Creo que deberíamos tener el avión más impresionante”.

      El presidente Donald Trump habla con los medios sobre su proclamación, renombrando el Golfo de México como Golfo de América, a bordo del Air Force One mientras sobrevuela la masa de agua, el 9 de febrero de 2025. Qatar llevaba años intentando vender un avión de lujo, sin suerte. Entonces, el equipo del presidente Trump puso sus ojos en él. (Pete Marovich/The New York Times)El presidente Donald Trump habla con los medios sobre su proclamación, renombrando el Golfo de México como Golfo de América, a bordo del Air Force One mientras sobrevuela la masa de agua, el 9 de febrero de 2025. Qatar llevaba años intentando vender un avión de lujo, sin suerte. Entonces, el equipo del presidente Trump puso sus ojos en él. (Pete Marovich/The New York Times)

      La historia de cómo el gobierno de Trump decidió que aceptaría un lujoso Boeing 747-8 gratis de Qatar para que sirviera de Air Force One implicó semanas de coordinación secreta entre Washington y Doha.

      El Pentágono y la oficina militar de la Casa Blanca entraron en acción, y el enviado de Trump a Medio Oriente, Steven Witkoff, desempeñó un papel clave.

      Negociación

      Poco después de que Trump asumiera, los oficiales militares empezaron a discutir cómo podría Estados Unidos comprar un avión temporal para que Trump lo utilizara mientras el trabajo de Boeing avanzaba con dificultad, según descubrió una investigación de The New York Times.

      Pero el 11 de mayo, cuando el presidente anunció en las redes sociales que Qatar proporcionaría el avión a Estados Unidos, lo calificó de “un REGALO, SIN CARGO”.

      Persisten las dudas sobre qué tanto sentido económico tendría el acuerdo, que aún no se ha firmado, dados los costos de reacondicionar el avión para uso presidencial y de su funcionamiento a largo plazo, o incluso sobre si el avión podría estar listo para que Trump lo utilice antes del final de su segundo mandato.

      Los términos generales del acuerdo que han surgido también han sido objeto de críticas tanto por parte de demócratas como de republicanos en Washington, así como de abogados especializados en ética, quienes dijeron que parecía o bien que el propio Trump estaba aceptando el obsequio o que los cataríes lo estaban utilizando para ganarse el favor del gobierno.

       Una fábrica de Boeing en Everett, Washington, el 28 de septiembre de 2022. Qatar llevaba años intentando vender un avión de lujo, sin suerte. Entonces, el equipo del presidente Trump puso sus ojos en él. (Jovelle Tamayo/The New York Times) Una fábrica de Boeing en Everett, Washington, el 28 de septiembre de 2022. Qatar llevaba años intentando vender un avión de lujo, sin suerte. Entonces, el equipo del presidente Trump puso sus ojos en él. (Jovelle Tamayo/The New York Times)

      Y sigue sin estar claro exactamente cómo un plan que los funcionarios del Pentágono y otras personas del gobierno supusieron inicialmente que implicaría comprar el avión a Qatar se transformó en una propuesta de regalo por parte del país de Medio Oriente.

      Qatar ha negado cualquier intención de utilizar la transacción como parte de una campaña de influencia, y Trump ha dicho que no utilizará el avión después de dejar el cargo.

      CNN informó previamente de algunos aspectos del intento de adquirir el avión.

      Las entrevistas con 14 personas que formaron parte de la búsqueda del avión de reemplazo o estuvieron informadas de ella dicen que empezó cuando la Oficina Militar de la Casa Blanca, que supervisa los viajes presidenciales, trabajó con Boeing y el Departamento de Defensa para recopilar una lista de todos los aviones 747 de último modelo que había en el mercado con un diseño para negocios, que podría adaptarse más rápidamente a un avión presidencial.

      Solo había ocho aviones en el mundo que cumplían los requisitos, entre ellos un llamativo avión de dos pisos que Catar llevaba varios años intentando vender, sin suerte.

      Un folleto del avión anunciaba precisamente el tipo de opulencia que Trump prefiere.

      Había “suaves telas de la más alta calidad” en el dormitorio, junto con “lujoso cuero y exquisitas chapas de madera” y un baño “suntuosamente diseñado” que es “casi una obra de arte”.

      El emir de Qatar había donado la misma marca y modelo a Turquía en 2018 como gesto de apoyo al presidente Recep Tayyip Erdogan.

      Erdogan había apoyado a Doha mientras los acérrimos rivales del país en la región cortaban los lazos diplomáticos y de transporte con Qatar, aislándolo de manera eficaz.

      Pero este segundo 747 aún estaba disponible para venta.

      Witkoff, un viejo amigo de Trump de sus primeros tiempos en el sector inmobiliario de Nueva York, conocía bien a los cataríes.

      Steve Witkoff, enviado especial del presidente Donald Trump que dirige las negociaciones con Irán, habla con los periodistas fuera del Despacho Oval, en la Casa Blanca en Washington, 6 de marzo de 2025. Witkoff tiene profundos vínculos con Qatar. (Maansi Srivastava/The New York Times)Steve Witkoff, enviado especial del presidente Donald Trump que dirige las negociaciones con Irán, habla con los periodistas fuera del Despacho Oval, en la Casa Blanca en Washington, 6 de marzo de 2025. Witkoff tiene profundos vínculos con Qatar. (Maansi Srivastava/The New York Times)

      El fondo soberano del país lo había sacado de apuros en 2023, cuando un negocio inmobiliario en Central Park South salió mal.

      Así que Witkoff se puso en o con los cataríes para preguntarles por el avión.

      Amor a primera vista

      A mediados de febrero, Qatar había accedido a enviar el avión a Florida cuando Trump estuviera en su complejo de Mar-a-Lago, para que pudiera verlo en persona.

      El avión llegó la mañana del sábado 15 de febrero, tras un vuelo sin escalas de Doha a West Palm Beach, Florida, según los registros de seguimiento del vuelo.

      Trump salió de su club, hizo el corto trayecto en coche al aeropuerto y bajó de su limusina hacia las 10 a. m., para contemplar un avión que había sido utilizado por la familia real catarí.

      “Cada superficie y detalle en esta habitación refleja el opulento diseño”, decía el folleto de ventas.

      “Se aplicó el más alto nivel de artesanía y destreza en ingeniería para equipar meticulosamente el interior”.

      El nivel superior tiene un salón y un centro de comunicaciones, mientras que el dormitorio principal podría “convertirse en una Unidad de Transporte de Pacientes Médicos completa con suministro directo de oxígeno”.

      Para el personal, había una sección de “clase ejecutiva” con 12 asientos totalmente reclinables.

      El presidente Donald Trump desembarca del Air Force One en la Base Conjunta Andrews, Maryland, el 6 de abril de 2025. "Creo que deberíamos tener el avión más impresionante", dijo el presidente Trump en mayo. (Eric Lee/The New York Times)El presidente Donald Trump desembarca del Air Force One en la Base Conjunta Andrews, Maryland, el 6 de abril de 2025. "Creo que deberíamos tener el avión más impresionante", dijo el presidente Trump en mayo. (Eric Lee/The New York Times)

      “Es una bestia grande”, dijo el viernes en una entrevista Marc Foulkrod, ingeniero aeroespacial que en algún momento intentó ayudar a Qatar a vender el avión.

      “Boeing hizo un gran avión, y es una pieza clásica cuando se trata de la versión VIP”, dijo Foulkrod, quien tiene una empresa de consultoría que ayuda a clientes ricos y jefes de Estado a comprar aviones.

      Pero esos aviones tienen un número limitado de compradores.

      “Puede que encuentres a algún tipo excepcional que tiene un ego enorme y quiere comprar uno y pasearse en él”, dijo Foulkrod.

      Las grandes compañías aéreas no estaban interesadas en comprar el avión porque no estaba configurado para uso comercial.

      Y los 747 son menos populares hoy en día, incluso para los jefes de Estado.

      Estos aviones tienen cuatro motores y son caros de mantener y operar.

      Con el tiempo, también será más difícil conseguir refacciones, porque los aviones ya no se fabrican.

      Incluso llevar el avión a Estados Unidos para que Trump pudiera echarle un vistazo fue un esfuerzo tremendamente costoso.

      Según una revista especializada, el costo de operar un avión de este tipo se estima en 25.000 dólares por hora.

      El costo por hora para alquilar un avión como este es aún mayor: alrededor de 35.000 dólares.

      Eso significa que el vuelo de ida y vuelta de Doha a Florida, de unas 30 horas en el aire —sin incluir el tiempo en tierra—, podría haber costado quizás hasta 1 millón de dólares por un flete.

      La Casa Blanca sugirió en su momento que el recorrido de Trump en el avión catarí pretendía presionar a Boeing para que acelerara su trabajo en los nuevos aviones presidenciales.

      Cuando Trump vio el avión, una cosa quedó clara:

      fue amor a primera vista.

      Cuando volaba de regreso a Washington en uno de los 747 Air Force One existentes, se maravilló de lo que había visto en el interior del avión catarí y habló de él como si conseguirlo para que él mismo lo usara fuera ya un hecho. Sus aliados en la Casa Blanca pensaron que, con una nueva capa de pintura y algunas otras mejoras rápidas, podría estar listo en menos de un año para que Trump lo utilizara.

      Las conversaciones para adquirirlo se intensificaron.

      Los aviones Boeing que Estados Unidos ya había pagado pasaron a un segundo plano para la Casa Blanca.

      Elon Musk tenía la tarea de presionar a Boeing para que avanzara más rápido, pero los funcionarios de la Fuerza Aérea proyectaban que ahora habría que esperar hasta 2027, por lo menos, para que el primero de los dos nuevos aviones estuviera listo para Trump.

      Los funcionarios de Qatar llevaban intentando vender el 747 que tenían de sobra desde al menos 2020.

      El avión, que Boeing entregó en 2012, tiene un valor de entre 150 y 180 millones de dólares en su estado actual, estimó Foulkrod.

      Pero resultó que, después de todo, Qatar no vendería el avión.

      ‘Un regalo, sin cargo’

      Cuando Trump recorrió el avión el 15 de febrero, las conversaciones sobre cómo adquirirlo habían cambiado.

      La conversación entre los ayudantes de alto rango de Trump pasó de una venta de gobierno a gobierno a una donación.

      Fue una sorpresa para los funcionarios de la Fuerza Aérea.

      En ningún momento, dijeron funcionarios del Pentágono, la Fuerza Aérea propuso que el avión fuera donado.

      Un alto funcionario del gobierno dijo al Times que Qatar planteó la opción de un posible regalo, o al menos que los funcionarios cataríes se mostraron “de acuerdo” con la idea de una transferencia gratuita de gobierno a gobierno cuando se planteó.

      Un segundo funcionario dijo que Witkoff, por su parte, siempre creyó que la transacción sería una donación.

      Otro funcionario dijo que funcionarios cataríes propusieron voluntariamente la idea de una donación, versión de la que Qatar se ha negado a hablar.

      Algunos funcionarios del gobierno tuvieron una reacción sencilla:

      si Qatar estaba dispuesto a obsequiarlo, ¿por qué Estados Unidos no habría de aceptarlo?

      Otros funcionarios y abogados del gobierno llegaron a la idea de que una donación sería más sencilla y rápida que una venta.

      Los funcionarios del gobierno de Qatar —quienes llevaban tiempo queriendo deshacerse del avión— tenían una versión diferente del orden de los acontecimientos, según una persona familiarizada con su cronología.

      Ellos estaban dispuestos a enviar el avión a Florida para que Trump lo recorriera personalmente, pero la expectativa era que el avión sería vendido a Estados Unidos, no que se ofrecería como regalo.

      Lo que está claro es que los lazos entre Estados Unidos y Qatar ya son extremadamente estrechos, en gran parte debido a la base aérea en rápido crecimiento que hay allí, donde Estados Unidos tiene una de sus mayores operaciones en Medio Oriente.

      Y se trata de una relación que implica un gasto importante para ambas partes.

      Tan solo desde 2003, Qatar ha invertido más de 8000 millones de dólares en la construcción de la base aérea de Al Udeid para uso de Estados Unidos, según estimaciones del Departamento de Estado.

      “Estas contribuciones son indispensables para apoyar las operaciones militares estadounidenses en toda la región”, decía un informe del Departamento de Estado publicado en enero.

      Qatar ha estado dispuesto a gastar tanto para apoyar la base militar de Estados Unidos dentro de su territorio en parte porque la presencia estadounidense ayuda a mantener a distancia a los rivales de Qatar, incluyendo a Arabia Saudita, dijeron oficiales militares estadounidenses.

      De hecho, durante la visita de Trump a Qatar este mes, anunció que Qatar se está preparando para gastar otros 10.000 millones de dólares en la base aérea en ese país.

      Witkoff también tiene fuertes vínculos personales con este país que se remontan a varios años atrás.

      Además de haber sido rescatado por el fondo soberano de Qatar, Mohammed bin Abdulrahman al Thani, primer ministro de Qatar, asistió a la boda de uno de los hijos de Witkoff.

      “Tengo una relación personal”, dijo el jeque Mohammed en una entrevista concedida este año a Tucker Carlson, más o menos cuando estaban en marcha las negociaciones sobre el avión, al describir sus vínculos con Witkoff.

      Complicaciones éticas y prácticas

      Los informes iniciales de que Qatar donaría el avión generaron protestas.

      El avión sería uno de los regalos extranjeros más grandes jamás recibidos por el gobierno estadounidense, para uso de una persona específica, sin planes de solicitar la aprobación del Congreso.

      Legisladores demócratas y grupos defensores del buen gobierno expresaron su indignación por los importantes problemas éticos que planteaba el plan.

      Trump insistió en que la donación prevista no era un regalo personal para él, sino para el Departamento de Defensa, y que se destinaría a su biblioteca presidencial cuando dejara el cargo.

      Trump citó el hecho de que la biblioteca del presidente Ronald Reagan tenía expuesto un modelo antiguo y retirado del servicio de un avión presidencial de la Fuerza Aérea como precedente para que su fundación tomara posesión de una aeronave que todavía está en funcionamiento.

      Después de dejar el cargo, dijo, no utilizaría el avión como avión privado.

      En respuesta a una solicitud de comentarios, un funcionario del gobierno catarí, que habló bajo condición de anonimato en cumplimiento del protocolo, dijo que aún no se había tomado ninguna decisión sobre el traslado del avión a Estados Unidos y que los equipos jurídicos del Ministerio de Defensa de Qatar y del Departamento de Defensa estadounidense todavía estaban estudiando la cuestión.

      Pero los términos específicos del acuerdo no se han hecho públicos, y la capacidad de una futura biblioteca de Trump para tomar posesión del avión sigue siendo turbia.

      Y las cuestiones éticas no son la única complicación.

      Incluso si se concretan los términos de la transferencia, funcionarios y exfuncionarios de adquisiciones de la Fuerza Aérea han advertido que no sería fácil conseguir que el avión catarí esté listo para ser utilizado por Trump.

      Boeing ya ha dedicado cinco años a transformar en aviones Air Force One las aeronaves 747 estándar que el Pentágono había comprado, con mejoras que incluyen capacidades de comunicación, sistemas de defensa antimisiles y otras medidas para proteger los aviones de un pulso electromagnético que podría ser causado por una bomba nuclear.

      También se habían identificado y reparado decenas de pequeñas grietas en el fuselaje de los aviones, que suelen encontrarse en el modelo 747-8, al que también pertenece el avión catarí.

      El avión catarí tiene un interior lujoso.

      Pero sería necesario un trabajo considerable para preparar el avión para servir como un verdadero Air Force One, lo que incluiría librarlo de cualquier dispositivo electrónico de escucha oculto y añadir equipos de comunicaciones avanzados y sistemas especializados para proteger el avión de un ataque con misiles u otras amenazas.

      E incluso si se dona el avión, el costo para actualizar su diseño sería enorme, según funcionarios y exfuncionarios del Pentágono:

      al menos 1000 millones de dólares.

      Foulkrod dijo que preparar el nuevo avión para ser usado por un presidente estadounidense llevaría años, lo que retrasaría hasta 2027 cualquier posibilidad de que Trump lo utilizara.

      “Es ridículo”, dijo Foulkrod sobre la idea de que el avión catarí podría ser una solución rápida, y añadió que los proyectos existentes de Boeing probablemente podrían acelerarse más.

      “Es un mejor uso del dinero que intentar tomar un avión de alguien más e intentar convertirlo en un avión presidencial. No tiene sentido”.

      El avión catarí actualmente se encuentra en San Antonio, según fotografías del avión y registros de vuelo examinados por The Times.

      El Congreso no ha aprobado ninguna nueva asignación para realizar trabajos en el avión —o para darle mantenimiento y una tripulación—, y seguramente examinará con lupa cualquier acuerdo que se cierre con Qatar.

      Funcionarios de la Casa Blanca han dicho que están considerando la posibilidad de contratar a L3Harris, un contratista militar, para que se encargue del trabajo necesario en el avión catarí, aunque no se ha hecho pública la fuente del dinero para realizar este trabajo, ni tampoco el precio total.

      Trump también podría renunciar a que se exijan sistemas de seguridad avanzados en el avión, aunque ex funcionarios del Pentágono dijeron que esto sería un error, ya que el avión es una parte esencial de la defensa militar de la nación en tiempos de guerra.

      En los últimos días, el jeque Mohammed, primer ministro catarí, ha defendido la medida, calificándola de una transferencia rutinaria de gobierno a gobierno, no muy distinta de la ayuda militar que ambas naciones se prestan mutuamente.

      El martes, en una conferencia en Doha, rechazó la idea de que fuera un soborno o un intento de comprar influencia, y lo calificó de “algo normal que ocurre entre aliados”, basado en una “relación muy institucional” entre ambos países.

      El jeque Mohammed sugirió también que las críticas a la propuesta se basaban en el “estereotipo que ve a Qatar como una pequeña nación árabe” que “no puede abrirse camino sin comprarlo con dinero”.

      Andrew Hunter, quien hasta enero ocupó el cargo de subsecretario de la Fuerza Aérea encargado de supervisar las actividades del Air Force One, dijo que, una vez adquirido el avión —mediante obsequio o compra—, representaría un importante costo nuevo para el gobierno federal.

      Tan solo pagar a la tripulación de un avión Air Force One cuesta más de 37 millones de dólares al año, y el costo operativo anual total es de 134 millones de dólares al año, según muestran documentos del Pentágono.

      “Nadie que no sea un Estado nación —o una compañía aérea— podría permitirse operar este avión”, dijo Hunter.

      “Es descabelladamente caro”.

      Eric Lipton es un periodista de investigación que profundiza en una amplia gama de temas, desde el gasto del Pentágono hasta los productos químicos tóxicos.

      Maggie Haberman es corresponsal en la Casa Blanca para el Times y reporta sobre el presidente Trump.

      Adam Rasgon es reportero del Times en Jerusalén y cubre asuntos de Israel y Palestina.

      Eric Schmitt es corresponsal de seguridad nacional para el Times y se centra en asuntos militares estadounidenses y antiterrorismo en el extranjero, temas sobre los que ha informado durante más de tres décadas.

      Jonathan Swan colaboró con reportería desde Washington e Ismaeel Naar colaboró con reportería desde Dubái, Emiratos Árabes Unidos.

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