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      Entrevista: un médico cordobés en Darfur cuenta el horror de la guerra en Sudán desde adentro

      • "El impacto del conflicto en la población es devastador", dice a "Clarín" desde Zalingei, capital de Darfur Central.
      • Desnutrición, malaria, sarampión, saneamiento paupérrimo y la violencia sexual son solo algunas de las penurias que sufre la población.

      Entrevista: un médico cordobés en Darfur cuenta el horror de la guerra en Sudán desde adentroAndrés Carot (45), un cirujano cordobés de Médicos Sin Fronteras, cumple su misión humanitaria en un hospital de Sudán. Foto: MSF

      Sudán es la guerra olvidada, con la mayor crisis humanitaria, no diferente a Gaza. Millones de personas desplazadas, más de 200.000 muertos y desaparecidos por el conflicto, el hambre, las masacres y las enfermedades.

      La mitad de la población de 50 millones de personas sufre hambruna, con la violación y la esclavitud sexual como arma de guerra contra las mujeres.

      “Genocidio” es la acusación contra el ejército y las fuerzas de Handan “Hemedti” Dagalo y sus Fuerzas Rápidas (RSF), que combaten desde 2023, tras derrocar al gobierno que había nacido de una revolución popular contra la dictadura salafista de Omar al Bashir.

      En Zalingei, capital de Darfur Central, una de las áreas que controla la milicia de RSF (los ex Janjaweed), y escenario de un proceso de “limpieza étnica” de los árabes musulmanes contra las tribus negras musulmanas durante el sitio del 2003, Andrés Carot (45), un cirujano cordobés de Médicos sin Fronteras, cumple su misión humanitaria en un hospital.

      Es uno de los pocos que funcionan en el sur de Sudán, en una de las áreas más peligrosas de un país arrasado y sin la menor seguridad.

      Andrés Carot. Foto: MSFAndrés Carot. Foto: MSF

      Egresado de la Universidad Nacional de Córdoba, exresidente en el Hospital de la Misericordia, el doctor Carot trabaja hace 15 años con MSF, la ONG sa. Ha trabajado en Yemen, Nigeria, Somalía, Siria, entre otras crisis humanitarias. Desde Darfur, habló con Clarín de esta guerra civil entre las milicias de RSF y el ejército, con 14 millones de niños en estado de desnutrición.

      -¿Podría describirme Zalingei, la ciudad donde está, y cuáles son las condiciones de seguridad?

      -La verdad que conozco muy poco la ciudad. Casi nada. Sólo el mercado que está en frente del hospital ya que, por la inseguridad reinante, no podemos casi movernos. En mis viajes de entrada y salida de la ciudad, cuando empezaba la misión o cuando iba unos días a Chad, si vi varios campos de desplazados viviendo en condiciones indignas. También varias casas y edificaciones con impactos de balas y proyectiles.

      -¿Cuáles son sus condiciones de seguridad?

      -Con respecto a nuestra protección, como en todos los países donde trabajamos, es imposible excluirnos de los riesgos a los que nos enfrentamos en este conflicto. Aunque hacemos todo lo posible para minimizar nuestras medidas de seguridad y estrategias específicas, que resultan de la constante evaluación de los riesgos a los que nos enfrentamos. Como en todos los lugares donde trabajamos, Médicos Sin Fronteras tiene una estricta política de no armas en el hospital y en los vehículos en los que nos trasladamos. No está permitido que entre al hospital ninguna persona con armas. Con nuestros pacientes, no tenemos ninguna discriminación. Atendemos según la severidad y se puede decir que son tanto civiles como combatientes.

      -¿Las milicias de las Fuerzas Rápidas están en su ciudad o está controlado por el ejército?

      -El lugar en el que estoy trabajando está controlado por las fuerzas de Apoyo Rápido. Si bien estamos lejos de la zona donde hay enfrentamientos armados y bombardeos acá, hay bastantes combatientes y frecuentemente se sienten disparos.

      El impacto sobre los niños y sus madres

      -¿Cuáles son las condiciones en la que los enfermos llegan?

      -El impacto de esta guerra en la población es devastador, sobre todo en los niños porque los niveles de desnutrición aguda se están disparando a niveles alarmantes. La cobertura de vacunación es muy deficiente. Hay brote de sarampión, malaria, que ya se van a disparar más en época de lluvia también. El cólera es otra enfermedad que seguramente aparecerá, donde el al agua potable es escaso y el saneamiento es paupérrimo.

      -¿Ustedes operan permanentemente? ¿Cómo llegan los enfermos y qué enfermedades sufren?

      -Con respecto a las mujeres embarazadas, la cirugía más frecuente que realizamos en el hospital son cesáreas de urgencias. Estoy trabajando con Médicos sin Fronteras desde hace 16 años, en muchos contextos de guerra como en Yemen, Irak, Palestina, Ucrania, Afganistán, Siria, Nigeria, Somalia. Este es el lugar en el que más lamentable he visto el estado de salud en el que llegan las mamás, que están muchas desnutridas con enfermedades severas, que no han tenido la posibilidad siquiera de acceder a controles prenatales.

      -¿Qué tipo de enfermedades?

      -He operado embarazos de rutina por partos prolongados, cesáreas de mujeres con eclampsia, que son convulsiones, mujeres sépticas a causa de infecciones uterinas con fetos ya muertos en su interior. Muchos legrados por abortos espontáneos.

      -¿Cómo es la situación de los chicos?

      -Es muy triste y vergonzoso que la crueldad de la guerra sea responsable de tantas muertes de mujeres y niños. Si bien no recibimos heridos de los frentes de batalla, sí operamos heridos de arma blanca y balas, como resultado de la violencia urbana, que se está acrecentando día a día. También operamos pacientes con problemas intestinales y peritonitis, que llegan tarde porque están lejos o por la inseguridad reinante. Es muy difícil moverse y muchos no tienen dinero.

      Andrés Carot en la sala de operaciones. Foto: MSFAndrés Carot en la sala de operaciones. Foto: MSF

      -¿Los hospitales están abiertos o ustedes son los únicos? ¿Hay medicamentos?

      -El trabajo que realizamos se ve afectado por varios factores, entre los que están la falta de personal médico calificado. El año pasado tuvimos que operar sin médico anestesista. Sólo había enfermeros anestesistas locales, que hacían lo que podían.

      -¿Qué otros factores?

      -Hay falta de insumos médicos. No es fácil el ingreso. El transporte de material médico hasta este hospital, por las situaciones de inseguridad, requerimientos burocráticos y para agravar la situación se acerca ahora la época de lluvia, se va a hacer extremadamente difícil. El transporte de materiales se dificultará porque hay varios puentes destruidos.

      Dos pacientes por cama

      -¿Cómo son las instalaciones del hospital donde está operando?

      -En este hospital felizmente tenemos salas de pediatría, general, de cuidados intensivos pediátricos, neonatología, y sala de desnutridos severos. Varias de estas salas están colapsadas. Más de una de ellas con dos pacientes por cama. No damos abasto.

      -¿Qué le ha impresionado desde que llegó?

      -Desde que yo llegué, hace un par de meses, hemos recibido en dos ocasiones niños, víctimas de explosiones de artefactos, que encontraron abandonados al aire libre. Algunos murieron, otros tuvieron que ser amputados. Lamentablemente esto es bastante común en los conflictos armados: los nenes que salen a jugar en la calle, algún descampado, encuentran un explosivo, lo agarran y les explota.

      -¿Amenazan o asesinan a los humanitarios en esta guerra?

      -Según los registros de la Organización Mundial de la Salud, más del 60% de los centros de salud afectados por conflictos, aquí en Sudán, están completamente cerrados. Lo que está dejando a millones de personas sin a cuidados críticos, en medio de una de las peores crisis humanitarias de la historia reciente.

      Desplazados sudaneses por la guerra. Foto: Reuter Desplazados sudaneses por la guerra. Foto: Reuter

      Desde el inicio de la guerra, Médicos Sin Fronteras ha registrado más de 80 incidentes violentos contra nuestro personal, nuestra infraestructura, vehículos y suministros. Las clínicas han sido saqueadas y destruidas, medicamentos robados, personal sanitario agredido, amenazado o asesinado.

      -¿Sólo están ustedes allí?

      -En esta ciudad somos el único hospital con capacidad quirúrgica. Hay varios centros de atención primaria alrededor, aunque funcionando precariamente y muchos están cerrados. Muchas otras ONG´s internacionales, que trabajan en estos centros y también nacionales, han tenido que dejar de trabajar por la ruptura de aportes de Estados Unidos de hace pocos meses. Estados Unidos contribuía con el 80% de todo el financiamiento destinado a la asistencia humanitaria de la salud global.

      -¿El retiro del aporte de Trump lo ha afectado?

      Si bien a nosotros no nos afecta directamente, ya que nuestros fondos vienen mayoritariamente de donaciones privadas, más del 90%, sí vemos un flujo de pacientes incrementado, que podría ser absorbidos en centros de atención primaria por otras organizaciones.

      -¿En Sudán se está viviendo un genocidio?

      -Le resto importancia a mi opinión respecto de si aquí hay un genocidio o no, como también en Gaza y en otros conflictos armados del mundo.

      -¿Cómo describiría la situación?

      -Lo que sí te puedo decirle es que, en mi experiencia desde que empecé a trabajar en Médicos Sin Frontera en el 2009, soy testigo de que cada vez son más frecuentes los crímenes de guerra por los grupos opositores y lo que es más grave, por los gobiernos.

      Amani Abdullah, 20, huye de la guerra en Sudan. Foto: ReutersAmani Abdullah, 20, huye de la guerra en Sudan. Foto: Reuters

      El avance de la guerra contra el terrorismo por parte de los gobiernos ha implicado una desobediencia total para con el derecho internacional humanitario. Todo vale si se lucha contra el terrorismo no gubernamental. Y nos olvidamos de que los terrorismos por parte de los estados han sido y son mucho más nocivos para con los civiles en cuanto a mortalidad y morbilidad. Estamos a nivel mundial en una crisis de humanidad tremenda, donde la población civil global nos encontramos inertes, inmóviles, insensibles y no tomamos acciones suficientes para defender algo tan básico como los derechos humanos, tanto a nivel local como regional y mundial.

      -¿A qué lo atribuye?

      Es la historia de la humanidad. Guerras hubo siempre y las va a seguir habiendo. Y cada vez será peor si la distribución de la riqueza sigue siendo cada vez más inequitativa. No tengo otra explicación.

      -¿Cómo es la seguridad en Darfur en estos días?

      -Con respecto a la seguridad aquí en la región de Darfur, depende el lugar. Hay lugares que son más inseguros que otros. La gente desplazada se va moviendo, de acuerdo a su limitación y su capacidad. No nos olvidemos que esta es la crisis de desplazados más grande a nivel mundial. Alrededor de 13 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares. Cabe destacar que Sudan tiene una población similar a la de Argentina. Acá viven 50 millones de personas.

      Violación como arma de guerra

      -¿Las violaciones a las mujeres está siendo usada como arma de guerra?

      -La violencia sexual es un tema persistente en la violencia infringida contra la población de Sudan, lo que agrava la amenaza que ya enfrentan los civiles. La violencia sexual y de género está generalizada. Pero el sistema de atención médica y de apoyo para abordarlos son muy deficientes. Existe una necesidad urgente de servicio integral del apoyo médico, psicológico y social para los sobrevivientes. Son servicios que siguen siendo extremadamente inadecuados e inaccesibles, tanto Sudan y en los países de acogida de los refugiados.

      -¿Cómo tratan ustedes el tema?

      -Aquí ofrecemos atención médica de emergencia y particularmente, para los residentes que logran llegar dentro de las 72 horas, para prevenir embarazos no deseados y enfermedades de trasmisión sexual. Debido al estigma que hay en la comunidad al que suelen estar sujetas las mujeres víctimas de violencia sexual, muchas veces, no pueden buscar ayuda. Por lo que permanecen desatendidas, sin apoyo y, por lo tanto, no se cuentan.

      -¿Han atendido a sobrevivientes y heridos del campamento de Zan Zam en Al Fasher, en Darfur, que fue atacado por las milicias rápidas (RSF)?

      -Hace una semana llegaron dos mujeres embarazadas a nuestra maternidad, que venían huyendo del campamento de Zam Zam. Desnutridas, anémicas y piel y hueso. No creo que pesaran más de 40 kilos. La verdad es que es terrorífico ver el impacto de la guerra en las mamás.


      Sobre la firma

      María Laura Avignolo
      María Laura Avignolo

      Periodista, corresponsal en Europa [email protected]

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