window.addEventListener('keydown', function(e) { if(e.key === 'Escape'){ e.preventDefault() } });
Noticias hoy
    En vivo

      Maimará: Jujuy

      Antiguas tradiciones, parcelas cultivadas y la bodega ubicada más al norte del país, bajo los colores del cerro La Paleta del Pintor.

      Maimará: JujuyCLAIMA20111023_0028 Sin título
      Redacción Clarín

      El atardecer no es un instante más en Maimará . Afortunados turistas llegan a este rincón de la Quebrada de Humahuaca ya deslumbrados por el paisaje cambiante que les depara Jujuy : en el sur se deleitaron con los verdes intensos de la yunga y después, cerca de Purmamarca, la ruta 9 empezó a trepar y los plantó cara a cara con la intimidante presencia de las montañas.

      Pero aquí, a 2.300 metros de altura, no se conforman. Esperan ese momento sublime, que los pobladores descendientes de la etnia maimara les recomiendan –con cándida sonrisa– no pasar por alto. Es cuando el sol apunta con fuerza hacia las vetas policromadas de La Paleta del Pintor y reaviva los tonos marrones, rojizos, amarillos y ocres de los cerros. Por un rato, no queda más que observar impávidos el espectáculo, sin siquiera reparar en una manada de llamas ni en una procesión de vecinos encabezados por una banda de sikuris.

      Los colores vivos que encendió el crepúsculo se unifican en tonos verdes en las parcelas trazadas sobre la ladera. Los viñedos de la finca Fernando Dupont –la bodega más nórdica de la Argentina– disputan con espigados cardones la supremacía sobre el suelo pedregoso.

      La producción vitivinícola de altura, una sorpresa al borde del Trópico de Capricornio, es un motivo de orgullo para los quebradeños. Por fin, una apuesta moderna que se suma a la milenaria tradición de los cultivos de frutas y hortalizas. Las técnicas ancestrales para las explotaciones de cultivos andinos, como papa y maíz, es la más genuina afirmación de su identidad maimara que exhiben los 185 de la Cooperativa Agropecuaria Artesanal Unión Quebrada y Valles. Las manos ajadas se aferran a su lugar en el mundo: las tierras sembradas al oeste de la ruta 9, sustento palpable del Museo de la Vida Campesina, que crearon para poner en valor la cultura de las familias agricultoras.

      El poderoso Imperio incaico extendió su dominio al Noroeste del país con Huira Cocha y Tupac Yupanqui a fines del siglo XV. Lejos de estabilizarse, la Quebrada sufriría otro sacudón, que marcó a fuego los siglos por venir. En 1772, la Corona española decidió levantar la Posta de Hornillos a 2 km de aquí, un nuevo mojón de las Reales Postas del Alto Perú al Río de la Plata. Fatigadas caravanas de carretas tiradas por bueyes se detenían en este correo al paso en procura de provisiones, albergue y comida, hasta que la llegada del tren en 1904 determinó su cierre. De 1810 a 1825, la Posta fue cuartel del Ejército patriota y sirvió como lugar de descanso para Belgrano, Güemes, Castelli, Balcarce y Rondeau.

      Reconstruida en 1979 y transformada en Museo, la Posta relata los vaivenes históricos que conmovieron a los taciturnos pobladores jujeños. Aunque recrea vida y obra de más de un español y varios criollos, entre las paredes de adobe y bajo el techo de barro y paja sobrevuelan los saberes ancestrales de los aimara, que expresan su inquebrantable vínculo con la Madre Tierra.


      Tags relacionados