La “ciudad del viento” hoy no hace honor a su nombre. Es un día de otoño soleado y no se mueve una hoja; el mar es como una piscina azul apenas agitada por unas olas ocasionales, como para no olvidarnos de que estamos en el Atlántico Sur.
Nuestro capitán, Facundo Niziewiz, da algunas indicaciones de seguridad y allí vamos, desde el muelle del Club Náutico YPF, en el Km3 de Comodoro Rivadavia, rumbo a una aventura de resultado no garantizado: tratar de avistar alguna ballena sei, que se están viendo cada vez más en el golfo San Jorge, en el límite entre Chubut y Santa Cruz.
Facundo nos cuenta detalles de la pesca artesanal de pulpos, a la que se dedica con otros buzos, cuando detiene de pronto el relato: “¿Lo vieron, allá lejos?” Es el resoplo de una ballena, esa estela de vapor que se eleva varios metros sobre el mar cada vez que un ejemplar emerge para respirar.
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Enfila el semirrígido mar adentro y en 10 minutos el espectáculo se vuelve emocionante: hay 6, 8, quizás 10 ballenas sei alrededor, saliendo a resoplar y acercándose al bote, algo poco común, porque esta especie suele ser esquiva, menos sociable que la franca austral, que se ve en Puerto Madryn y Península Valdés.
“Lo que notamos es que cada vez se escapan menos, como si se fueran acostumbrando a nuestra presencia”, dice Facundo, que también señala un grupo de delfines oscuros que nadan junto a las ballenas.

El año pasado, Niziewicz participó en un proyecto de colocación de rastreadores satelitales en algunos ejemplares para estudiar sus hábitos y rutas de viaje, proyecto financiado por National Geographic y del que participaron científicos de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y el CONICET.
De las sei se conoce muy poco, pero sí está claro que están volviendo a la zona luego de un siglo sin ser vistas, y Comodoro se prepara para comenzar con salidas de avistaje, posiblemente desde el año que viene.

Sabores del mar
De regreso a la costa, seguimos con una visita a Caleta Córdova, un puerto petrolero y fundamentalmente pesquero, donde nos recibe la escultura gigante de una centolla: esta es una de las dos regiones del país -junto al canal Beagle, en Tierra del Fuego- en las que se consigue este preciado crustáceo, estrella de distintos platos y preparaciones.
Como Comodoro está despertando al turismo y redescubriéndose, también está revalorizando su gastronomía (ver Fiesta de la...) con sabores fundamentales como sus pescados y mariscos, que se degustan, fresquísimos, en restaurantes como Cordano, en Caleta Córdova, o cerquita, en la feria Frutos del Mar, una serie de puestos frente a ese mar del que salen centollas, langostas, pulpos, calamares, langostinos, mejillones, cornalitos, y cuanto sabor de mar se nos ocurra.

Además, claro, de otros imprescindibles de la Patagonia, como cordero, frutos rojos o vino, que en Chubut se elabora en Sarmiento y en Trevelin.
Volviendo de Caleta Córdova hacia Comodoro hay dos paradas que se imponen: el Faro San Jorge y el Farallón. En el faro, que en marzo festejó sus 100 años, nos recibe el suboficial primero de la Armada Ariel Maldonado, que nos cuenta detalles de su construcción, su color -cada faro está pintado de un color diferente- y nos invita a subir 115 escalones. El día calmo y soleado permite salir al balcón superior, a casi 80 msnm, para disfrutar de la vista a la costa, la meseta y la zona norte de la ciudad.
Al bajar nos acercamos hasta los acantilados -“no mucho, hasta aquí nomás”, advierte el guía, Elías Echavillú- para ver el Farallón, una llamativa formación geológica que, producto de la erosión, quedó separada de la costa, con paredes verticales de 7 metros y una colonia de aves marinas en su cima. Con la marea baja se ve la restinga en la que mucha gente sale a pulpear y marisquear, pero cuando sube el mar, el Farallón queda convertido en una espectacular isla.

Ya cayó el sol cuando, regresando desde el norte, hacemos una parada en el Km 3, como para confirmar eso del renacer de la gastronomía de la zona: Molle Verde es el restaurante que Pablo Soto armó en una típica casa de familia “ypefiana”, donde, de la mano de la tendencia a volver al origen, invita a saborear productos e ingredientes bien patagónicos en preparaciones gourmet.
Una especie de viaje por la región con menúes de pasos y platos como lenguas de cordero al verdeo, langostinos al ajillo con salicornias, pejerreyes y truchas del lago Musters, agnellotis de centolla o canelones de trucha gratinados.
El postre, tan esencial como sabroso: membrillos del jardín propio con quesos de Mauricio Couly, todos regado con vinos chubutenses.

La historia del petróleo y de YPF
En el corazón del Km 3 hay otra visita imperdible, que explica la historia de Comodoro Rivadavia y de buena parte de la Patagonia. El Museo Nacional del Petróleo es de los llamados “museos de sitio”, porque se creó alrededor del pozo Nro. 2, que dio un giro a la historia de la Argentina: aquí, el 13 de diciembre de 1907, a 539 metros de profundidad, se descubrió petróleo en el país.
“Siempre se dijo que el petróleo se descubrió accidentalmente mientras se buscaba agua. Pero la profundidad de la perforación indica que el verdadero objetivo era la exploración petrolera”, desmitifica Miguel Montaña, guía del museo, a cargo de la Universidad San Juan Bosco.

En el exterior, una expo de viejas máquinas perforadoras, antiguos vehículos y torres de perforación, y dentro, la explicación de cómo se obtenía el “oro negro” hace 60 o 70 años, con trabajadores que llegaban de Italia, Rusia, España o Polonia a desafiar el frío, el viento, la nieve.
Apenas entramos, cae otro mito: el petróleo no se debe a los restos de dinosaurios, como nos contaron toda la vida, sino a la descomposición de plantas y animales marinos que se acumularon en el fondo de mares y lagunas y fueron enterrados bajo capas de sedimentos.
Dos salas seducen especialmente; una es la que exhibe las maquetas de varios barcos petroleros que pertenecieron a YPF, mandados a construir en astilleros de Inglaterra o Alemania. La otra, un simulador que, con sacudidas, ruidos y temblores, nos lleva “en la punta de un trépano” a horadar las profundidades de la Tierra en busca de petróleo.

Párrafo aparte para la historia de YPF, que en Comodoro -como en otros sitios del país- fue mucho más que una empresa, porque además de obtener petróleo construía casas, clubes, escuelas, hospitales, e hizo posible la vida en una zona entonces tan inhóspita.
De Marte a las ballenas
Pegaditos al mar, luego de Caleta Córdova, pasamos junto a varios refugios de pescadores sobre playas de canto rodado y nos vamos metiendo en las ondulaciones que rodean el cono casi perfecto del pico Salamanca, la cumbre más alta de la región, con 576 metros.
Ingresamos al Área Natural Protegida Rocas Coloradas, y por las ventanillas se van sucediendo paisajes de llamativas formas y colores, un escenario que estalla cuando llegamos a la laguna Rocas Coloradas.

Parece la Luna, dice alguien; más bien Marte por lo rojo, acota otro. Pero no, este extraordinario paisaje con troncos petrificados y formaciones de 55 millones de años está en el sur de Chubut, y es un tesoro que se está revalorizando.
Un caprichoso escenario rojizo donde el viento y la lluvia han ido tallando cerros, valles, cavernas, formas de lo más curiosas, y que tiene 95.000 hectáreas de tierra y mar, con troncos de árboles petrificados, el Monte de los Meteoritos, el Valle Lunar, y un apostadero de lobos marinos sobre la costa.
Luego de disfrutar de Festín de Sabores (ver Fiesta de la...), otra escala gastronómica increíble: el restaurante Del Marqués, en Km 3, especializado en sushi. Allí, Enzo Mayorga (ganador de la última edición del Torneo Federal de Chefs) nos presenta niguiris de trucha flameada con aceite de trufa y ralladura de lima, y también de róbalo con salsa de wasabi y ostras.
Enseguida, tiradito de róbalo con salsa de achiote con ajo y base de leche de tigre. Y al ratito, tataki de trucha del lago Musters flambeada con espejo de salsa Ponzu, wonton de bondiola braseada y salsa Teriyaki. ¿Más? Sí, rolls de la casa y empanadas de centolla y masa con algas.

Una escala en el mirador del emblemático cerro Chenque, a 212 metros y que divide la ciudad de la zona norte, para terminar luego en otro mirador, impresionante: el de Punta Marqués, al sur de la playa de Rada Tilly, un área protegida con una lobería y vistas increíbles a Rada Tilly, Comodoro un poco más lejos y, hacia el sur, las interminables costas patagónicas.
Desde aquí arriba hacen seguimiento y videos de las ballenas sei y, cuando aparecen, los guardaparques avisan en redes, para que la gente se acerque disfrutar del espectáculo. Imperdible.

Celebración de la gastronomía patagónica
Festín de Sabores es mucho más que un evento gastronómico. En su cuarta edición, que se hizo el fin de semana del 5 y 6 de abril, reunió a miles de personas en el Predio Ferial de la ciudad en torno a cocina en vivo, master clases, espectáculos y la participación de reconocidos cocineros, como Iwao Komiyama, Lele Cristóbal, Natalia Penchas o Martín Pugliese, entre otros.
Pero el evento es también, sobre todo, la posibilidad de encontrarse con productos y productores locales que están llevando la calidad de la gastronomía a un nuevo nivel.
Por allí andaban, por ejemplo, desde una red de productores familiares de frutas y verduras orgánicas y con la técnica de hidroponía agrupados en la Despensa, en el barrio de Saavedra; Gabriel Carrizo con su whiskey Huella del Zorro; Maximiliano Clementi con su fernet artesanal Brato, hecho en Sarmiento -el más austral del país- con una receta que incluye hierbas aromáticas locales.

También Analía Maida con sus reconocidos chocolates De La Colonia; la miel de los apicultores de Lazus, con flores de la estepa patagónica; el pescador artesanal de centollas Lucas Salas y su esposa Noelia Ríos, que ofrecen sus sabores de mar en Picoroco, un puesto en la feria de Caleta Córdova, y mucho más. Todo un mundo por descubrir.
MINIGUÍA
Cómo llegar
∙ Comodoro Rivadavia está a 1.720 km de Buenos Aires por autopistas Ricchieri y Ezeiza Cañuelas, RN 205 hasta Azul, RP 51 h/Bahía Blanca, RN 3, RN 22, RN 251 y RN 3.
∙ De Ezeiza y Aeroparque vuelan Aerolíneas, JetSmart y Flybondi, desde $ 59.998 ida y vuelta.
∙ Bus de Retiro (26 hs), desde $ 100.000 en semicama (ida) hasta $ 150.000 en cama.

Dónde alojarse
Austral hotel: habitación doble con desayuno, $ 220.300 Ejecutiva, $ 357.900 Suite Q. Austral Express, $ 115.700 (www.australhotel.com.ar).
Dónde informarse
∙ WhatsApp 2974617589
∙ @comodoroturismo
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