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      Un circuito cultural junto a la Plaza de la Libertad

      Con sus jardines, museos y edificios históricos, Belo Horizonte se muestra elegante y con un toque francés.

      Un circuito cultural junto a la Plaza de la LibertadCLAIMA20111127_0153 Un circuito cultural junto a la Plaza de la Libertad
      Redacción Clarín

      En plena área central de la ruidosa y moderna Belo Horizonte , donde confluyen las avenidas Bias Fortes, Brasil, Critovão Colombo y João Pinheiro, la Plaza de la Libertad seduce, de muy diversas maneras, tanto a los habitantes de esta ciudad de Brasil como a los turistas.

      Es que este espacio público, al que debe sumársele su entorno, tiene varios focos de interés. Se destacan sus elegantes jardines, que inspirados en el Palacio de Versailles invitan al sosiego y al disfrute de la naturaleza; la arquitectura de algunos edificios circundantes, que remiten a otra época y a otro lugar y que, a su vez, conviven con dos edificios del famoso arquitecto Oscar Niemeyer, símbolo de la modernidad en Brasil. O los muy bien montados museos, que forman parte del circuito cultural de la plaza, impulsado por el gobierno del estado de Minas Gerais e instituciones públicas y privadas.

      La diversidad, como puede apreciarse, es la marca registrada de esta plaza, que en su momento se proyectó para ser el centro ejecutivo mineiro y que existe desde 1895, año de la fundación de Belo Horizonte. Es la primera ciudad que se planificó en Brasil, para reemplazar a Ouro Preto como capital del Estado.

      En los albores del nuevo siglo, luego del traslado de las secretarías de Estado a otro lugar de la ciudad y a partir de que el Palacio de Gobierno comenzara a utilizarse sólo en ocasiones muy puntuales, comenzó gradualmente la revitalización de estas dos manzanas, cortadas en forma longitudinal por una calle empedrada y decorada por palmeras a sus dos lados, donde suelen haber desfiles de modas y otros espectáculos.

      Vale tomarse unas horas para recorrer y disfrutar de esta plaza. En sus contornos, huele intensamente a jazmín y tiene jardines tapizados de margaritas y añosos árboles. Entre la prodigiosa naturaleza, resaltan las estatuas y fuentes, iluminadas a la noche, que crean un aire señorial.

      La gente, en tanto, hace suya la plaza de muy diversas formas: unos la caminan, otros hacen footing a su alrededor, las novias se acercan para tomarse fotos. En la glorieta también se ofrecen continuamente espectáculos artísticos. Y hay quienes simplemente van de paseo o a sentarse sobre sus bancos a ver pasar la vida.

      Si bien alrededor de la plaza tienen una notoria presencia los edificios neoclásicos, construidos a fines del siglo XIX con fuerte impronta sa, en realidad se trata de una mezcla de estilos, en la que se destacan los edificios art decó (de la década del 40) y modernos (de los años 50 y 60).

      Entre estos últimos, llaman la atención dos obras de Niemeyer, uno de los creadores de la ciudad de Brasilia. Uno es un edificio residencial que lleva su nombre. El otro es la Biblioteca Pública Estatal Luiz de Bessa. Ambos tienen como sello la curva, que en su momento fue un elemento innovador, asociado al arquitecto carioca. A raíz de su amistad con el ex presidente de Brasil Juscelino Kubitschek (de origen mineiro), Niemeyer tiene fuerte presencia en Belo Horizonte, donde desarrolló el proyecto del barrio recreativo Pampulha, cuyo principal ícono es la iglesia San Francisco de Assís.

      En uno de los edificios antiguos, ubicado en la esquina de la calle Goncalvez Días y la lateral de la plaza, en el lugar que durante años perteneció a la Secretaría de Hacienda, funciona el Memorial Minas Gerais, regenteado por la empresa minera Vale. Allí los visitantes tienen la posibilidad de conocer, en una forma muy original e interactiva, la historia y las costumbres mineiras, desde el siglo XVIII hasta la actualidad.

      En el edificio contiguo, de color rosa apagado, funciona el Museo de las Minas y del Metal, que utiliza una técnica lúdica y creativa para dar a conocer ese universo que, hasta hoy, es una de las principales actividades económicas del Estado de Minas Gerais.

      La visita a los dos museos, en los que la tecnología es combinada con objetos y escenarios tradicionales, es una experiencia fascinante y muy recomendable para compartir en familia.

      Para el final del recorrido debería quedar una visita al lujoso Palacio de la Libertad, donde durante décadas funcionaron las oficinas de gobierno. Internándose en sus salones y jardines, se aprecian las decoraciones sobre las paredes, los pisos de parquet, muebles y candelabros de estilo Luis XVI y cuadros. Como para que el visitante sienta el espíritu de la belle epoque que Belo Horizonte, la “ciudad jardín” de Brasil, vivió en sus primeros años.


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