"Y el mundo se detuvo". Eso es algo que nadie puede negar que pasó en la pandemia. Y así se llama el último libro que publicó José Eduardo Abadi, junto a Patricia Faur y Bárbara Abadi, para decir que "la vida nos ofrece una nueva oportunidad".
Abadi es psiquiatra, psicoanalista y escritor. Tiene todos los títulos para detectar las sensaciones en el cuerpo y la mente que brotan de la pandemia, sin tener que hacer un hisopado. Es director académico de la licenciatura en Psicología de la UADE, didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y docente en universidades extranjeras. Tiene doce libros publicados.
¿Por qué Abadi cree que, desde la psicología, el mundo se detuvo? Porque el mundo entró en un paréntesis. No supo qué pasaba. No sabía cómo iba a terminar. Hubo un aislamiento en lo práctico y otro que provenía de un blindaje mental para no ser atrapado, atacado, o enfermado. ¿Y por qué cree que volverá a arrancar? "Porque existe la pulsión de vida, porque existe el semejante. Porque existe ese registro del uno por el otro y del otro por el uno".
-¿En la Argentina, desde la primera ola hasta la tercera de la pandemia, predominó el miedo, la negación o ese pensamiento mágico de "lo que no veo no existe"?
-Sin dudas, el pensamiento mágico es predominante en nuestra sociedad. Incluso, estimulado por la dirigencia política. Y eso incluye la negación, porque muy a menudo tendemos a ver y a desconocer aquello que se opone a nuestro deseo, a nuestra voluntad. En este caso, el coronavirus.
-¿Qué hacer hoy, individualmente, para desarmar esta madeja que nos dejó el Covid en la psiquis?
-Primero, hay que elaborar las huellas traumáticas de lo acontecido. Eso que deja una marca, y si no lo trabajamos se convierte luego en un núcleo traumático. Segundo, hacer de los acontecimientos una experiencia: aprender de lo sucedido, para promover el cambio y no la repetición. Tercero, informarse y pedir ayuda a aquellos que sí saben de salud mental.
-¿Cómo recuperar el tiempo que sentimos perdido por la pandemia? Los proyectos que se truncaron, las cosas que no pudimos hacer... ¿Cómo volver a construir certezas en un mundo que seguirá siendo incierto?
-Fue el fin de la imaginaria omnipotencia que el sujeto de la razón creyó tener. El tiempo perdido no tiene que convertirse en un lamento, no hay que quedarse atrapado en el ayer. Hay que tener un optimismo lúcido (no pensamiento imaginario), mediante planificar, soñar y llevar a cabo proyectos. Respecto a la incertidumbre, recordar a Voltaire: "Las dudas son incómodas, las certezas son estúpidas".
-¿Cuál es el efecto adverso en la psiquis de casi dos años de incertidumbre?
-No se trató de incertidumbre, sino de amenaza. De ahí la angustia que produjo el Covid. La continuidad de una angustia amenazante produce desconfianza, aislamiento, soledad, y todo eso genera una tensión que podemos llamar ansiedad.
-¿Hay un miedo útil o todo es pánico inútil? ¿Se viene una pandemia de salud mental?
-Es muy importante estimular el miedo útil. Ese que puede mirar lo más objetivamente posible la realidad, para poder tener el criterio más coherente y, entonces, protegerse del pánico inútil. Ese en el que perdemos la dimensión de lo que enfrentamos y nuestro Yo se ve arrasado por la angustia. Sí al miedo inútil, no al pánico inútil, para evitar esa pandemia en la salud mental.

-¿El Covid volvió hipocondríacos hasta a quienes creían tener una salud de hierro?
-No hay dudas de que estimuló muchas fantasías. Generó sobre todo una atención persecutoria que provenía de cuándo me enfermaré, de qué forma, y ¿me moriré">