Cuando decidimos dedicar el suplemento de hoy al trigo, no teníamos idea de que el Gobierno iba a disponer la continuidad de la rebaja del 20% de los derechos de exportación hasta marzo del 2026. Bienvenida la decisión, que el sector en general consideró positiva.
Lo más interesante es que parece una respuesta a la necesidad de lograr un incremento de la producción, apelando a un estímulo económico. Lo extraño es que sucede pocos días después que altos funcionarios del propio gobierno habían planteado sus dudas respecto a que la producción fuera a incrementarse como fruto de una reducción o eliminación de las retenciones. Bienvenido el debate y, si se consolida, el cambio de opinión.
El ministro de Economía, Luis Caputo, se apuró a remarcar dos cosas: que la medida es temporal (de nuevo). Y que no involucra a la soja y el maíz: a partir del 30 de junio, ambos productos volverán a las retenciones anteriores. Es decir, al 33% y al 12%. Son los cultivos que se están cosechando ahora, así que sigue el apriete para que los productores liquiden sus cosechas antes de esa fecha.
Todo esto lo que implica es que se consolida el modelo de retenciones móviles. Con una diferencia frente al modelo de la 125, pergeñado por el ministro kirchnerista Martín Lousteau en el 2008. En aquella ocasión la medida apuntaba a capturar el excedente generado por el “overshooting”, cuando la soja había pasado de 400 a 600 dólares la tonelada en el mercado internacional. El engendro proponía modificarlas al ritmo de la variación del precio internacional. Fracasó, pero quedaron fijas en torno al 33% y así seguimos.
En el ínterin, hubo un experimento interesante. En diciembre de 2015 la primera medida que tomó el flamante presidente Mauricio Macri fue la eliminación de las retenciones para los cereales (maíz y trigo). Era tarde para que influyera en la siembra de ese año. El trigo y el maíz agonizaban. En el caso del trigo, hubo que importar alguna partida.
Dos años después, la producción de ambos cereales se duplicaba. Cantamos las veinte en trigo y las cuarenta en maíz. Productores insensibles a precio…
Sigamos. ¿Cuánto puede incrementarse la siembra de trigo a partir de esta decisión?
Nada. O muy poco. Primero, porque llega tarde. Los productores ya tienen su plan de rotaciones. Y segundo, porque el trigo depende cada vez más de los precios de la soja. Lo que manda es la ecuación del doble cultivo. Lo que hace falta es regenerar la rentabilidad del sistema en su conjunto, y no pensando en una campaña, en las necesidades fiscales o el ingreso de divisas. Mientras el Gobierno, o los gobiernos, sigan viendo al agro como una caja propia y generen políticas que se menean al compás del patrón granos, seguiremos sin cortar amarras.
“Ya las vamos a eliminar”. “Cuando el recorte de gastos nos lo permita”. Bueno, lo que nos está diciendo Caputo es que en marzo de 2026 los DEX del trigo volverán al 12%. Lo mismo los del maíz, y el 33% de la soja.
Coincidimos con que la cuestión de las retenciones cansa, y que a la dirigencia le faltan propuestas o ideas para atender otras cuestiones. Es cierto. Hay temas cruciales, que saltan a la vista estos días, con el ominoso manto de las inundaciones en la provincia de Buenos Aires. Las rutas, los ferrocarriles, la hidrovía, el riego. La bionergía, donde la Vaca Muerta pasó a segundo plano al potencial de la Vaca Viva.
Las semillas. La brecha con Brasil no solo es por retenciones, sino por falta de respeto a la propiedad intelectual, que nos impide acompañar el ritmo tecnológico del vecino. Esto se vive también en el trigo, que hoy nos ocupa y nos preocupa. El ritmo de la mejora genética está aletargado, mientras Brasil, que sigue siendo nuestro principal cliente, aprieta el acelerador en la búsqueda del autoabastecimiento, incorporando también genética desarrollada en estas pampas. Volveremos sobre esto.
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