La Cabaña Santa Armanda, radicada en La Dulce, provincia de Buenos Aires, hizo su presentación oficial en la Expo Otoño con entusiasmo, humildad y una firme convicción: competir, aprender y disfrutar. Su propietario, Livio Malagueño, celebró la experiencia como un verdadero “recreo” en medio del trajín cotidiano y destacó la calidad de la ganadería argentina como un activo estratégico para el país.
“Estamos contentos de poder estar acá. Es una competencia de alto nivel y nosotros vinimos a medirnos con los Fórmula 1”, afirmó Malagueño, mientras recorría el predio donde se exhiben algunos de los mejores reproductores del país.
Por primera vez en la historia de la cabaña, Santa Armanda participó de la edición otoñal de la muestra. Para esta ocasión, trajeron tres animales: un toro junior, una ternera menor y dos vaquillonas menores. Aunque el rodeo no es numeroso, cada ejemplar representa un esfuerzo compartido y un compromiso por la mejora genética.
“Nuestra cabaña es chica, pero tiene alma. Yo soy veterinario y, más allá de producir toros para venta, también asesoramos a otras cabañas. Participar acá es como tomarnos unas vacaciones dentro del trabajo. Salir de la rutina y compartir con colegas nos renueva”, contó Malagueño, quien tiene una larga trayectoria en este tipo de eventos.
Desde 1980, Livio no se pierde una edición. Primero como cabañero, luego como asesor, y ahora nuevamente como expositor, mantiene una relación estrecha con el mundo ganadero y con la exposición en sí. “Esto es como un ritual. Uno no puede no venir”, aseguró con una sonrisa.
Sobre el presente y futuro de la ganadería argentina, fue claro: “Estamos en el país de la mejor ganadería. Los animales que tenemos en la pista son un verdadero show, pero detrás de eso hay trabajo y genética. De acá salen los reproductores que alimentan la cadena productiva. A futuro vamos a andar bien, como siempre. Lo importante es laburar”, sintetizó, “En este país, si uno trabaja, los resultados llegan. La ganadería es parte de nuestra identidad productiva y hay que seguir apostando a eso”.
Del grano a la genética: Nueva Sierra debuta con su modelo de integración ganadera
Lo que empezó como una decisión empresarial para agregar valor al maíz se transformó, con el tiempo, en un modelo ganadero integrado que hoy pisa fuerte en las pistas de las principales exposiciones. Joaquín Prieto, gerente de ganadería de Nueva Sierra, presentó con entusiasmo la primera participación de la empresa en la Expo Otoño, tras haber debutado en otras vitrinas importantes como la Nacional de Cañuelas y la Exposición Rural de Palermo.
“Estamos muy contentos, muy motivados por esta participación. Es nuestro debut en esta exposición, aunque ya habíamos competido en otros certámenes. Y esta vez vinimos con una ternera mayor, producto de un embrión comprado a Cabaña La Juanita, con la que logramos un cuarto premio. Estamos más que conformes”, afirmó Prieto.
La historia de Nueva Sierra revela el recorrido típico de muchas empresas del núcleo agrícola que decidieron diversificar su matriz productiva. “Somos una empresa de la zona de 9 de Julio, en el corazón de la provincia de Buenos Aires, con base netamente agrícola. Pero hace algunos años, por una cuestión de mercado y precios, decidimos transformar nuestro grano en carne”, relató.
El proceso, según explica Prieto, fue “simple y directo” al principio, pero luego tomó un giro más profundo: “Comenzamos con decisiones de crecimiento, pero siempre basados en la medición. Tomar datos y convertirlos en información fue clave. Eso nos permitió detectar el impacto real de la genética y, en consecuencia, iniciamos nuestro propio programa genético”.
Ese enfoque técnico y medido terminó por modelar una ganadería que el propio gerente define como “de transmisión”. En otras palabras, un sistema eficiente, basado en datos, recursos locales y visión estratégica. “El suelo está ahí, el animal lo pisa, el desafío es ponerle cabeza, tecnología, inversión y tiempo para aprovecharlo al máximo”, sostuvo.
La evolución de la empresa tuvo varias etapas: la cría primero, la recría después y, finalmente, la incorporación de genética como eje estructural del programa. “La integración hizo que el sistema sea virtuoso. Fue creciendo y se consolidó. Hoy podemos decir que la ganadería no es un anexo, sino una unidad de negocios con valor agregado”, afirmó.
Participar en exposiciones, agregó Prieto, forma parte de ese crecimiento: “Estas ferias son una gran oportunidad para mostrar lo que hacemos, hacer negocios, compartir experiencias con colegas y ganar visibilidad. No es solo una pista: es también una plataforma de aprendizaje”.
Con tan solo tres años en competencia, Nueva Sierra ya suma reconocimientos y —más importante aún— confianza en su proyecto ganadero. “Estamos en un momento positivo. Estar ordenados y armados nos permite aprovechar las oportunidades”, concluyó Prieto.
El Viejo Mito: un debutante de Olavarría que le tomó el gustito y ya piensa en venir a la Ganadera
Javier Pérez, propietario del establecimiento con base en Recalde, cerquita de Olavarría, compartió su entusiasmo por la primera participación en la Expo Otoño: “Para nosotros, ya estar acá es un premio. Es nuestra primera vez en esta pista, y para nosotros significa mucho. Venimos de una buena experiencia previa en Olavarría, donde obtuvimos un gran campeonato, y esta era la oportunidad de dar un paso más”.
El camino hacia la Expo Angus no fue casual. Con seis años de trabajo enfocado en genética Angus negro y colorado, El Viejo Mito surgió como un emprendimiento familiar impulsado por la vocación ganadera. “La pasión por el campo viene de mis abuelos. Siempre tuve el sueño de dedicarme a la ganadería y hace seis años pudimos concretarlo. Desde el inicio, el objetivo fue construir una cabaña sólida”, explicó Pérez.
En esta edición de la Expo, la cabaña presentó una única hembra: Maca, bautizada así en honor a la hija mayor de Javier. “Nos pareció lindo que en nuestra primera participación nos represente un animal con ese nombre”. Con una cucarda como tercera en su categoría, la vaquillona volverá a su casa y será donante para iniciar un trabajo de embriones que permita multiplicar su genética.
El proyecto cuenta con el asesoramiento técnico de Pepe Pestalardo, una figura clave en el crecimiento del establecimiento. “Pepe fue quien más insistió en que estábamos listos para competir. Su acompañamiento y visión fueron determinantes para llegar hasta acá”, valoró Pérez.
Detrás de cada animal en pista hay un esfuerzo logístico y económico que muchas veces no se ve. “Traer un solo ejemplar es costoso y complicado. Pero entendemos que vale la pena. Hoy estamos rodeados de grandes cabañas y aprendiendo de cada detalle. Compartir esta experiencia ya es un logro”, afirmó. La participación en Palermo también tiene un fuerte componente formativo para el equipo. “Vinimos acompañados por otras dos cabañas con las que compartimos equipo técnico y humano. Eso nos enriquece y permite que todos aprendamos”, agregó.
Entusiasmado por los comentarios de sus colegas y por haber alcanzado un puesto en esta Expo Otoño, Javier está evaluando volver a las pistas en la Ganadera de Palermo.
Santa Cándida se mide con los grandes en Palermo: genética colorada desde Lobería
La pista indoor fue el escenario donde Cabaña Santa Cándida reafirmó su apuesta por la genética Angus colorada. Desde el sur bonaerense, Javier Etcheverry llegó con tres ejemplares que dejaron su marca: una ternera colorada que obtuvo el tercer premio, una vaquillona intermedia con un destacado segundo lugar y una vaquillona mayor que completó la participación de la cabaña.
“Acá te medís con todo: con los más grandes, los más chicos, con lo mejor de la Argentina. Y eso siempre es positivo”, reflexionó Etcheverry, convencido del valor que tienen estas competencias como espacio de mejora y aprendizaje.
Santa Cándida se especializa en genética de pedigree, trabajando con programas de transferencia embrionaria que permiten acelerar el progreso y consolidar líneas destacadas. “Lo nuestro es el trabajo fino, el detalle, y eso se ve reflejado en cada animal que llevamos a pista”, sostuvo el cabañero.
Para Etcheverry, más allá de los resultados, participar en esta edición de Otoño implica ser parte activa de una ganadería que necesita mayor visibilidad y proyección. “Hay que apoyar más al sector. Argentina tiene el potencial, pero necesitamos aumentar el rodeo y exportar más. Estas exposiciones son una buena vidriera para mostrar lo que hacemos bien”, afirmó.
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