window.addEventListener('keydown', function(e) { if(e.key === 'Escape'){ e.preventDefault() } });
Noticias hoy
    En vivo

      Martha Peluffo - Julio Llinás: una pasión desbordante

      • Una vida al límite y un amor, lo que unió al escritor con la artista en los desaforados años 60.

      Martha Peluffo - Julio Llinás: una pasión desbordante Julio Llinás y Martha Peluffo. La pareja vivió una historia de bohemia; se casaron en 1959. (foto: Colección Amalita)

      Más que una historia de amor, la del poeta y escritor Julio Llinás y Martha Peluffo es una crónica del arte de los años 60 en la Argentina, escrita en el apasionamiento la bohemia y la rebeldía. En su novela El fervoroso idiota, Llinás narra entrelíneas la vida de dos seres que no podían concebir un día sin la chispa del arte que los unía y a la vez los separaba.

      Él regresaba a Buenos Aires tras una larga temporada en París, donde había frecuentado los círculos de Elisa y André Breton, había conocido a Marcel Marceau, a Tristan Tzara, y aprendido a bailar el tango de la mano de Oliverio Girondo. Su encuentro con Martha Peluffo, a instancias de Clorindo Testa, marcó el destino de aquel romántico atrevido que en su segundo encuentro con ella en la Galería Van Riel soltó sin más: “Voy a casarme con vos”.

      Lo que siguió fue un torbellino de pasión y arte, donde la creación se convirtió en su lengua común. Pronto se casaron y viajaron por el norte del país compartiendo sueños. Los días parecían transcurrir como en una película de Fellini, había algo indomable entre ellos: el arte como única razón de ser. Cada conversación sobre los pintores que Llinás había conocido en París, sus obras compartidas, los poemas que leían alimentaba la llama que los unía.

      Portada de "El fercoroso idiota", de Julio Llinás. Portada de "El fercoroso idiota", de Julio Llinás.

      Sin embargo, la vida de ambos tuvo un giro inesperado. La euforia por el nacimiento de Verónica y la necesidad de tomar un trabajo para mantener a la familia, hicieron que Llinás comenzara a trabajar en la empresa Siam, de su amigo Guido Di Tella. El poeta contestatario se había convertido en un ejecutivo exitoso, una prisión que lo asfixiaba. En medio de este caos, encontró un refugio de belleza y bohemia en Lacroze, la casona de Belgrano donde se mezclaban artistas, bailarinas, escritores y filósofos y donde Martha tenía su taller.

      Dos años después que Verónica, sobrevino la alegría por el nacimiento de Sebastián, mientras Llinás estaba en San Pablo como comisario de la Bienal. Así lo cuenta un texto en primera persona de Martha Peluffo, en la primera edición de 1999 de El fervoroso idiota (Grupo Editorial Norma)– y Martha obtenía el Premio a la mejor artista latinoamericana de la mano de un jurado de 22 , liderado por Alejo Carpentier y Giulio Carlos Argan.

      Autorretrato, 1967-1968
Acrílico sobre tela, 196 x 96 cm. Colección Llinás. (Fotografía: Ignacio Iasparra/ Amalita).

Autorretrato, 1967-1968 Acrílico sobre tela, 196 x 96 cm. Colección Llinás. (Fotografía: Ignacio Iasparra/ Amalita).

      Como toda pasión desbordante, esta también conoció su sombra. El trabajo en Siam, la vida cotidiana y las pequeñas traiciones fueron haciendo mella en la unidad creativa de ambos. Con el paso del tiempo, Julio y Martha tomaron rumbos distintos, aunque continuaron llevando consigo esa chispa de creatividad que los había unido desde el principio.

      Julio formó otra familia; nació su hijo Mariano, hoy destacado director y guionista de cine, mientras que Martha continuó su carrera artística en Nueva York y Caracas para luego regresar a Buenos Aires, ya muy enferma. La iración que ambos sentían el uno por el otro sobrevivió hasta el final. Martha partió en diciembre de 1979; él, en agosto de 2018. Ambos dejaron una huella importante en la historia del arte y la literatura argentina.


      Sobre la firma

      Virginia Fabri

      Bio completa

      Tags relacionados