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      ¿Celos en la pareja? Crisis inevitable

      ¿Mirás su teléfono y su mail? ¿No te queda bolsillo sin revisar? ¿Si pudieras le harías un seguimiento minuto a minuto? Los celos son eso, son sensaciones molestas e inquietantes, una necesidad imperiosa de saber y controlar. El problema es que no sólo te causan malestar a vos sino que causan crisis en las parejas, algunas severas e irreversibles. ¿Cómo evitarlos? En Entremujeres, la respuesta.

      ¿Celos en la pareja? Crisis inevitable CLAIMA20150324_2456 Getty Images ¿Celos?
      Redacción Clarín

      El teléfono está ahí, sobre la mesa. Solo. Parece que nos llama a abrirlo, a revisarlo, a navegar rápida y compulsivamente por llamadas perdidas, realizadas, recibidas, mensajes y todo lo que pueda dar un indicio de algo que buscamos y, en el fondo, parece que queremos encontrar. Y pasa lo mismo con los mails, el chat, los bolsillos, Facebook… ¿Te reconocés?

      Sentirnos celosos es una experiencia que se basa en la sospecha (seguida de intranquilidad y reclamos) de que la persona amada cambie su cariño o amor y los ponga en otra persona.

      Los celos están presentes en todos los seres humanos y remiten a nuestra niñez, específicamente al proceso de individuación, es decir, cuando nos reconocemos como seres autónomos, separados de los demás. Y esta es la clave: aceptar que “el otro” tiene una vida propia es un trámite complejo que puede durar toda la vida.

      A la persona celosa le cuesta aceptar que el otro- mucho más el ser amado- es independiente y puede diversificar sus afectos en diferentes vínculos: hijos, padres, amigos e, incluso, ex parejas. El celoso quiere exclusividad, ser poseedor único del amor. Por lo tanto, se constituye como una forma de dependencia que subestima las capacidades propias en pos de que el amor, la atención, las recompensas afectivas provengan siempre de otro, quien adquiere la figura del típico proveedor.

      Una pareja embargada por los celos pierde la paridad, la equidad que debe existir para aceptar la autonomía, la historia previa de cada uno y los deseos de proyección hacia un futuro. El presente se convierte en un desagradable acto de incomunicación, ocultamiento de acciones inocentes y discursos vanos. Y todo para no despertar la más mínima sospecha.

       

      Celos y desconfianza en la pareja

      La desconfianza acompaña a los celos formando un vínculo crítico: vivencia intuitiva o basada en hechos reales, acompaña las primeras impresiones que tenemos de los demás. Es una sensación tan primaria e inexplicable como aquellos rasgos que definen la atracción y el rechazo hacia las personas. Como expresión saludable, la desconfianza es parte de una evaluación objetiva del entorno. La finalidad es estar atentos, concentrados; con los recursos emocionales y cognitivos preparados para dar respuesta a los estímulos que podrían comprometer la existencia misma. La díada confianza-desconfianza marca las relaciones interpersonales al punto tal que la “pérdida de la confianza” significa la ruptura de un vínculo.

      Hay personas que creen que los demás pueden ser una amenaza real o potencial y “sólo en muy poca gente se puede confiar” y, aún así, estas últimas están sujetas a comprobación permanente. Viven atentos a las acciones de los otros y miden sus propios comportamientos por temor a que se den cuenta de sus intenciones. En el caso de la persona celosa, su preocupación es el afecto que su partenaire puede dispensar a los demás, fundamentalmente, a alguien atractivo o con capacidad de ser “una competencia”. Los celos recortan la figura del otro a sus aspectos más amenazantes, perdiendo de vista la integridad de la persona. Y aunque sepan que su pensamiento es absurdo no pueden quitárselo de la cabeza. Es frecuente escuchar: “está más horas con la secretaria que conmigo”, “con los amigos se divierte, conmigo es un amargo”, “con la ex habla como si fuera su amiga”, “todo el tiempo para los hijos, nada para mí”.


      Hombres o mujeres: ¿quiénes somos más celosos?

      Existen diferencias de género en la expresión de los celos. Las mujeres son más sentimentales. Primero sufren, luego aparecen las ideas que las subestiman como “perdí el atractivo” o “se aburrió de mí”, y las de desconfianza como “debe estar con otra”, “ahora cambió el look, se hace el pendex, algo debe ocultar”.

      Los hombres celosos, por lo tanto desconfiados, son rígidos en sus pensamientos. Se valen de categorizaciones generales: “las mujeres se dejan convencer fácilmente”, “la prioridad es la casa y los hijos, después el trabajo” o “los hombres más sexuales que las mujeres”. Casi siempre se muestran esquemáticos y predecibles, se basan en modelos que aprendieron de sus mayores y los reproducen con eficacia. Los hombres desconfiados valoran las normas de cortesía, caballerosidad, protocolo y halagos a las damas. Sin embargo, un mínimo movimiento “en falso” de parte de ellas puede ser motivo de sospecha.


      Sexo, celos y dudas

      Cuando en la pareja hay un celoso, la sexualidad sufre reveses: hay disminución del deseo, malestar a la hora de hacer el amor, irritabilidad, condicionamientos por  experiencias anteriores fallidas, dificultad para la entrega, la  relajación  y el goce del sexo o temor de ser abandonado, entre otras cosas. Los celosos se irritan con facilidad y alteran el encuentro sexual. Cuando se instala la sospecha, son capaces de organizar pesquisas con el fin de agarrar “in fraganti” al compañero o compañera, revisan mensajes, e-mails, papeles y están atentos a cualquier movimiento de la pareja.

      A la hora de tener sexo, la idea de celotipia puede estimularlos, mezclando el impulso sexual con ira y desinhibición. También expresan fantasías como nunca lo habrían hecho: “¿te gustaría que otro te haga el amor">