La ofensiva de Donald Trump por los aranceles –aunque ya repleta de idas y vueltas- sumó otro capítulo hace pocos días, cuando dijo que le impondrá impuestos del 100% a las producciones cinematográficas extranjeras.
No se sabe si también con este tema volverá atrás. Pero Trump fue respaldado para ese anuncio por Jon Voight, una de las tres estrellas que nombró como sus “embajadores en la industria del entretenimiento” (los otros son Mel Gibson y Sylvester Stallone). Voight –quien paradójicamente tiene películas pendientes de estreno filmadas en Bulgaria- dijo que se reunió con el presidente en Mar-a-Lago y que le presentó “un plan para rescatar a Hollywood. El quiere ver a nuestro país prosperar y hacer películas más grandiosas que nunca”.
Pero Voight –de 86 años, padre de Angelina Jolie, protagonista de “Regreso sin gloria” y del alegato antinazi “El archivo de Odessa”- no sorprende a esta altura: desde hace tiempo hizo un viraje absoluto de sus posiciones de juventud para convertirse en fan de Trump.
El viraje
Voight alcanzó el estrellato a fines de los 60 en “Perdidos en la noche” interpretando a Joe Buck –un texano que llega a Nueva York- junto a Dustin Hoffman. La película de John Schlesinger ganó el Oscar y Voight recibió su primera nominación (más adelante lograría el premio al mejor actor por Regreso sin gloria, y tendría dos nominaciones más).
Aquella película fue un símbolo de la contracultura estadounidense junto a “Busco mi destino”, de Dennis Hooper. De allí en adelante, en sus obras, sus posicionamiento político y sus marchas –contra la guerra en Vietnam o contra el golpe pinochetista en Chile- Voight militaba en un sector totalmente opuesto al de estos días. Cambió desde 2008, cuando fue un furioso opositor a la candidatura de Barack Obama.
Y calificó a Trump como “el mejor presidente de EE.UU. desde Lincoln hasta nuestros días”. Stallone no se quedó atrás, comparó a Trump con George Washington. A grandilocuentes como Trump, le salieron buenos imitadores.
Los ecos de Vietnam
Ahora, al cumplirse medio siglo de la caída de Saigón y el fin de la guerra en Vietnam, hubo un revival de la amplia filmografía sobre el tema. “Apocalypsis now” de Coppola, por supuesto, es considerada la obra maestra. “Regreso sin gloria” de Hal Ashby consagró a Voight y Fonda con los Oscar a las mejores actuaciones de 1978 pero la distinción a la mejor película fue para otra que también se refería a la guerra en Vietnam, desde un abordaje distinto: “El francotirador” de Michael Cimino, con Robert De Niro, Meryl Streep, John Cazale y un impactante pasaje de Christopher Walken
“Regreso sin gloria” cuenta la historia de Sally Hyde (Jane Fonda), esposa del capitán de Marines, Bob Hyde (interpretado por Bruce Dern), destinado a Vietnam. Sally se inscribe como voluntaria en un hospital militar para veteranos y se reencuentra con un amigo de juventud, Luke Martin (John Voight), quien quedó inmovilizado en sus piernas por las heridas en combate. La amistad se transforma en un romance hasta que el regreso del capitán desde el frente coloca a Sally ante su más dura decisión: deberá elegir.
La batalla de Jane Fonda
Activista contra la guerra, Jane Fonda luchó durante cinco años para llevar adelante el proyecto de esta película. Además de que su propia militancia le cerró puertas –políticas y artísticas- la temática tendría escaso marketing: el eje en los discapacitados, el alegato antibélico (varios centros de veteranos le negaron sus sedes como locaciones), el triángulo de amor. «Hacer películas es como luchar en una guerra», dijo Jane Fonda en aquel momento. «Los soldados son buenos cuando creen en lo que luchan. Lo mismo ocurre con un artista: debes querer realmente expresar algún sueño o visión. Sin eso, con el tiempo, todo se agota».
Fonda quería hacer una película sobre el impacto que la guerra produjo sobre la vida cotidiana de los estadounidenses. Conoció la historia de Ron Kovic, veterano de Vietnam, que había quedado parapléjico (fue el autor de “Nacido el 4 de julio”, más adelante Oliver Stone lo llevó al cine). Pero entre cambios de equipos y de guionistas, y de la propia historia, surgió “Regreso sin gloria”. Se estrenó en Estados Unidos en febrero de 1978. Y unos días antes, la exhibieron ante veteranos e inválidos en uno de sus centros que accedió, Rancho Los Amigos.
"Su reacción fue maravillosa. La sensación recurrente entre las personas con discapacidad que vieron esta película es que es la primera vez que una persona en esa condición es tratada en el cine como un ser humano completo, con un repertorio completo de sentimientos, emociones, necesidades viscerales y sexuales", se sorprendieron los productores. Y Jon Voight comentó para The New York Times: “Esta guerra nos separó a todos. Pero estos chicos experimentaron otro tipo de separación: la causada por su lesión. Su aislamiento es aún más extremo. Es necesario prestarles atención”.
En plena dictadura militar, no había posibilidad de un estreno inmediato en la Argentina. Recién se autorizó, con los primeros y tibios signos de apertura, a fines del 81.
Pura música
Además del drama romántico, las poderosas interpretaciones y el sentimiento antibélico, “Regreso sin gloria” ofreció una selección musical de su época, manejada con maestría por el director. Incluyó seis temas de los Rolling Stones, entre los cuales “Out of time” acompaña momentos decisivos. También “No expectations”, de los Rolling, funciona como cortina de la pérdida que sufrieron tantos hombres en el regreso. Cuando Sally despide a su esposo, que marcha a Vietnam, suena “Bookends” de Simon & Garfunkel: “Preserva tus recuerdos, pues es todo lo que te queda”. Se escuchan clásicos de los Beatles, “Strawbery fields” y “Hey Jude”, acompañando a los reclutas que se alistan para el largo viaje. También hay temas de Bob Dylan, Janis Joplin, Aretha Franklin, entre otros.
Pero el plus es “Once I was”, una canción de Tim Buckley que acompaña la secuencia final de la película. Buckley la compuso una década antes y murió en 1975, a los 28 años por una sobredosis. “Tengo una gran deuda con Tim”, declaró Ashby, irado por el tema. Según Bruce Dern, incluir esa canción era la forma poética del director de preguntarle a su propio país: “¿Recordarán a los que sirvieron, a los que murieron, a los que aún están necesitados y a los que quedaron atrás”.
Cuando el propio Ashby murió, pocos años después en Malibú, California, Dern estuvo para recitar la letra completa de la canción. Aquella que comienza así:
Una vez fui soldado
Y luché en arenas extranjeras por ti.
Una vez fui cazador
Y traje a casa carne fresca para ti.
Una vez fui amante
Y te busqué detrás de tus ojos.
Y pronto habrá otro
Para decirte que solo era una mentira
Y a veces me pregunto
Sólo por un rato
¿Alguna vez me recordarás?
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