Argentina y la baja natalidad: un futuro para repensar

La baja natalidad es un fenómeno global que afecta tanto a los países desarrollados como también a los países en vías de desarrollo, incluyendo la Argentina. Este es un fenómeno muy importante porque tiene implicancias en todos los órdenes de la vida, económicas, sociales, políticas y culturales.

En esta nota analizamos las causas, las consecuencias y las tendencias en la baja de la natalidad, enfocando en la Argentina, pero en un contexto global. A nivel mundial, la fecundidad ha descendido de manera notable. Como dato ilustrativo, en 1960 el promedio global era de 5 hijos por mujer y en 2020 baja a 2.3. Solo África y algunas regiones de Asia superan la tasa de reemplazo generacional que es de 2.1 hijos por mujer.

América Latina tiene una tasa de 1.8 por debajo del reemplazo. Paralelamente, se observa un marcado envejecimiento poblacional, la esperanza de vida ha aumentado (un dato muy positivo) lo que ha llevado a una mayor proporción de adultos mayores a nivel global. En países como Japón, Italia y Alemania, ya más del 25% de la población supera los 65 años. Y América Latina también experimenta un rápido envejecimiento sobre todo en la última década.

En Argentina, las tasas de fecundidad también caen, vemos que cada vez las familias tienen menos hijos. En 1960 la tasa era de 3.1 hijos por mujer y actualmente es de 1.8. La Ciudad de Buenos Aires incluso tiene tasas más bajas, de 0.9 hijos por mujer. Desde 2016 fundamentalmente los nacimientos en Argentina han caído drásticamente (40%).

Además de tener menos hijos, se posterga la maternidad, los hijos se tienen más tarde. La edad media de las madres primerizas en Argentina era de 26 años en 2009 y hoy es 32 años.

En Voices, junto con UADE y también con WIN internacional hemos realizado estudios sobre este tema, y encontramos que las mujeres priorizan su educación y carrera profesional antes que tener hijos, respaldadas por un mayor a métodos anticonceptivos.

Hay factores económicos y factores culturales que se relacionan con la baja natalidad. La incertidumbre económica y los altos costos de crianza desincentivan la maternidad. Pero lo que me interesa destacar es el cambio cultural: postergar o no tener hijos ya no es una excepción: es una elección con sentido propio.

En la encuesta que hicimos con WIN en 39 países en 2022, vemos que en el grupo de mujeres jóvenes de 18 a 24 años a nivel mundial un 30 % descartan la maternidad en sus planes futuros. Y que en Argentina esta cifra es aún más pronunciada, disparándose al 47 %, lo cual representa casi 5 de cada 10 mujeres jóvenes que no muestran esa intención. Puede ser que después lo decidan, pero al momento de responder, manifiestan que no deciden maternar, que no tienen esa intención. Es que el estímulo de la vida individualista ha reducido el tamaño de las familias, la maternidad ya no se ve como obligación social sino como una elección personal. Estamos asistiendo a cambio de valores profundo.

Un estudio de UADE y Voices indagó a nivel nacional en Argentina sobre qué se considera esencial para tener una vida plena y encontramos que en primer lugar los argentinos destacan la necesidad de tener salud (92%).

Luego le sigue tener un buen trabajo con un 72 % y, en tercer lugar, se espera poder formarse y estudiar (55 %). Luego cuatro de cada diez argentinos priorizan tener ratos de ocio, esparcimiento y tiempo libre o poder viajar. Recién en quinto lugar aparece como esencial el tener hijos. Interesa destacar que sólo 27 % de las jóvenes entre 18 y 30 años lo considera esencial, versus un 44 % de los mayores de 65. También se detectan diferencias según nivel socioeconómico y educativo: son fundamentalmente los sectores bajos quienes más desean maternar y quienes lo consideran más esencial para ser felices.

Mirando a futuro y siendo las jóvenes los que menos quieren maternar y los que lo consideran menos esencial, estamos frente a un problema. Se estima que para 2030 Argentina perderá su bono demográfico con más adultos mayores dependientes que jóvenes en edad laboral. Esto representa una carga importante sobre la población activa.

Es por eso que son necesarias políticas desde todos los ámbitos tanto gubernamental como privado para fomentar la natalidad. Algunos países han implementado distintas acciones: subsidios fiscales por hijo, licencias más largas de maternidad y paternidad, guarderías gratuitas o de bajo costo, entre otras, con variable resultado.

Personalmente, quisiera hacer hincapié en la necesidad de campañas de comunicación de los beneficios de las relaciones personales y la vida familiar, porque nuestros estudios sobre felicidad sistemáticamente comprueban que aquello que correlaciona mejor con el bienestar son las relaciones sociales y por sobre todo las familiares. ¿Nos preguntamos qué sucederá si estas se tornan más débiles?.

En el sistema educativo el impacto es también muy grande porque la reducción afecta la matrícula escolar lo cual va a llevar a una reasignación y cierre de escuelas en determinados lugares y a una reestructuración del sistema educativo. Al mismo tiempo, crecerá la demanda de programas para adultos mayores y educación continua.

La baja natalidad es un fenómeno complejo y multifacético que responde a razones económicas y sociales y fuertemente a cambios culturales. En Argentina la postergación de la maternidad y la decisión de no tener hijos reflejan un cambio profundo en los valores, especialmente entre los jóvenes.

El envejecimiento poblacional y la baja natalidad plantean desafíos serios para la sostenibilidad de los sistemas de salud, educación y pensiones y obliga a repensar el futuro.