En una región con cuotas crecientes de imprevisibilidad, la reciente alianza de los ex presidentes brasileños Fernando Henrique Cardoso y Luiz Inacio Lula da Silva, pretende desarmar una paradoja. La que supone que no existirían puentes posibles entre espacios con visiones opuestas lo que impediría edificar un proyecto común.
Antes que nada, la novedad suma el dato de una envidiable tolerancia cívica, algo común en Chile o Uruguay pero imposible de imaginar en otras fronteras de esquematismo secular como Argentina.
Cardoso, que ha sido en sus dos presidencias el rostro de lo que podríamos llamar el establishment o los mercados, se reunió imprevistamente con quien fue su suceder hace viente años en el gobierno de Brasil. Allí anunció que en una eventual segunda vuelta en las presidenciales del año próximo, votará al líder del PT porque, entre otras cosas, según le ha dicho a este diario, no quiere la reelección de Jair Bolsonaro.
¿Es un gesto personal o es lo que Cardoso representa, más probablemente, lo que está detrás de esa decisión contra el actual mandatario? Y en tal caso ¿Cuál Lula mira Cardoso">