Si un cadáver permanece al aire libre su descomposición será mucho más rápida que si está dentro de un ataúd. En o directo con el oxígeno y a merced de insectos y animales, quedaría reducido a esqueleto en cuestión de semanas.
Esto ocurre porque el oxígeno favorece la proliferación de bacterias y hongos que intervienen en la descomposición. Además, puede ser colonizado, rápidamente, por insectos (moscas, escarabajos) y otros animales.
En la velocidad de descomposición también influye el clima (calor, frío, humedad, sol y viento). En climas cálidos y húmedos, el proceso puede completarse en semanas o pocos meses; en climas fríos y secos, puede ralentizarse o incluso producir momificación parcial.
Para ralentizar la descomposición de un cuerpo, este se coloca dentro de un ataúd, en general hecho de madera, que garantiza su estado original por mucho más tiempo.

Cuánto tarda un cuerpo en descomponerse en un ataúd bajo tierra
La protección del ataúd y la profundidad del entierro limitan la exposición del cuerpo a los insectos y animales carroñeros. También limita la acción del oxígeno, que tiene un papel fundamental para la actividad bacteriana y la acción de insectos, indica un artículo de la revista Muy Interesante. Esto reduce la velocidad de los procesos de putrefacción y esqueletización.
El sitio agrega que, por otra parte, bajo tierra hay estabilidad de temperatura y humedad cuyas condiciones son más estables, lo que también contribuye a una descomposición más lenta, agrega.
Aunque el proceso de descomposición sigue las mismas etapas tanto al aire libre como en un ataúd (fresca, abotargamiento, posputrefacción y esqueletización), la progresión es mucho más pausada.
Al respecto, cabe destacar que existen varios tipos de ataúdes, definidos por sus materiales y diseños.
Los ataúdes de madera maciza suelen ser de nogal, roble, caoba, cerezo, haya o pino. También los hay de madera aglomerada o contrachapada, que imitan el aspecto de los anteriores. Lo de pino son los más usados para la cremación.
Más caros y resistentes, los ataúdes de acero, bronce o cobre son aconsejables para inhumaciones prolongadas o para condiciones de mucha humedad.
También hay ataúdes ecológicos, realizados con materiales biodegradables, como cartón reciclado, bambú, mimbre, cocho o cáñamo, y recubiertos de tela o laminados. En tanto, los ataúdes de micelio (como el Living Cocoon, realizado en Países Bajos) son lo opuesto a los resistentes, ya que se descomponen en 30 a 45 días, lo que acelera la degradación del cuerpo, en pos de los objetivos de sostenibilidad.

Otro elemento que influye es la profundidad del entierro (en general se realiza a tres metros), porque cuanto mayor sea esta habrá menos fluctuaciones de temperatura y humedad.
Además del clima, también influye el tipo de suelo: el ácido o pantanoso acelera la descomposición y el arcilloso o alcalino conserva mejor la madera y los metales.
Un cuerpo en un ataúd de madera puede tardar entre 10 y 30 años en descomponerse completamente, dependiendo del tipo de ataúd, la profundidad y las condiciones del suelo, explica el blog de la funeraria Memo Vida. Los ataúdes metálicos pueden ralentizar aún más el proceso o prevenir por mucho más tiempo la descomposición, advierte el sitio.
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