La Antártida siempre fue un territorio estratégico y en disputa, pero también un campo fértil para la ciencia. En ese rincón helado del planeta, la presencia argentina es de las más antiguas y constantes, lo que nos ubica como protagonistas en una región cargada de recursos naturales, potencial hídrico y valor geopolítico.
Ahora, bajo un nuevo impulso, nuestro país se prepara para ampliar su presencia científica como nunca antes. La instalación de sistemas de energía solar representa un gran avance tecnológico.
A través de un proyecto impulsado por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), se están instalando sistemas de energía fotovoltaica en distintas bases argentinas del continente blanco. Aunque esta transformación comenzó en 2014 con pruebas en las bases Marambio, Carlini y Refugio Elefante, ahora se suman nuevas estaciones que se alimentarán exclusivamente del sol.
El traslado e instalación en un ambiente tan inhóspito no fue tarea sencilla, pero los beneficios superan ampliamente las dificultades. Cada solar se convierte en una herramienta concreta para sostener el trabajo científico argentino.
Este giro hacia las energías renovables no solo tiene un trasfondo ecológico, sino también una carga simbólica y estratégica. Argentina ya no dependerá del abastecimiento externo ni del arribo constante de combustible. Cada solar instalado significa un paso más hacia la autonomía energética y, por ende, una mayor soberanía científica y territorial.
Los es permitirán abastecer los sistemas eléctricos de las bases, desde calefacción hasta equipos de investigación. Además, se implementaron baterías de almacenamiento que garantizan el suministro eléctrico incluso en los días nublados o durante las largas noches antárticas.
Según expertos del CNEA, este avance fortalece el posicionamiento de Argentina dentro del Tratado Antártico, el cual establece usos exclusivamente pacíficos y científicos para el continente. Lejos de tensiones militares, el proyecto apuesta por la innovación y el desarrollo sustentable.
El esfuerzo conjunto de la CNEA, la Armada y el gobierno nacional abre las puertas a nuevas investigaciones sobre el cambio climático, los glaciares y los ecosistemas antárticos. El continente blanco ya no es solo un desafío: es una oportunidad.
La energía fotovoltaica abastecerá bases como Marambio y Carlini, reduciendo el uso de gasoil. Foto: argentina.gob.ar.
El proyecto impulsado por la CNEA apunta a lograr autonomía energética en el continente blanco. Foto: argentina.gob.ar.
