La Ciutat Vella, o Ciudad Vieja, es el núcleo histórico de Barcelona y ocupa unas 500 manzanas, muy cerca del puerto. Sus intrincadas calles son el mejor lugar para conocer los orígenes de una ciudad que, hasta el siglo XIX, estuvo encerrada entre murallas medievales.
La Ciudad Vieja está formada por cuatro barrios, siendo el Barri Gótic, o Barrio Gótico, el más antiguo. Al este, al otro lado de la Via Laietana, Sant Pere, Santa Caterina y la Ribera forman su extensión medieval.
Al oeste, está El Raval, cuna de la Revolución industrial del siglo XIX y hoy una zona poblada de inmigrantes. Al sur, la Barceloneta es el barrio marinero construido en el siglo XVIII.
Este complejo trazado urbano conserva algunos restos de Barcino, el origen romano de la ciudad. Son fragmentos de una población establecida en el siglo I y que creció con rapidez, por lo que tuvo que ser amurallada en varias ocasiones.

La calle oculta en el Gótico de Barcelona que guarda un fragmento de la muralla romana
El recorrido por la “Barcelona romana” puede comenzar en la plaza Ramón Berenguer, porque allí, detrás de la escultura ecuestre del conde catalán, un lienzo de muralla romana se alza exhibiendo encima la capilla gótica de Santa Agata. De esta manera, aquí, se encuentran la ciudad romana y la medieval.
El fragmento de muralla romana data de principios del siglo IV y es testigo de la construcción de una segunda defensa para reforzar la que había sido construida en el siglo I. La muralla original tenía 74 torres y 16 m de altura.
Durante el reinado de Pere III el Cerimoniós, en el siglo XIV, se construyó la capilla real de Santa Agata como dependencia del Palacio Real. Permanece encima de la muralla que le sirve de cimientos.
La muralla romana adosada a la Plaça Nova guarda un secreto porque, justo al otro lado de la primitiva pared, se encuentra la entrada a la Casa de l'Ardiaca (Casa del Arcediano), donde se pueden ver restos arqueológicos de varias épocas y estilos.

Al fondo de la Casa de l'Ardiaca el visitante descubrirá que la pared donde se apoya forma parte de la antigua muralla romana, adosada al fragmento de la copia del acueducto que nace en la puerta de entrada de la ciudad.
Vale destacar que la plaça Nova nació en 1358, cuando se situaba allí el mercat de la Palla (Mercado de la Paja). Entonces los ciudadanos podían contemplar una de las cuatro puertas de la ciudad romana. Dos torres de planta circular franquean la puerta que lleva al corazón del Barri Gòtic.
Un artículo de la revista National Geographic revela otro rincón de aires romanos. Dice que “antes de llegar al punto donde el Carrer de la Palla se bifurca en el Carrer dels Banys Nous y, más adelante, frente a la basílica de Santa María del Pi, hay un rincón a la altura del número 27 que merece la pena”.
“Casi escondida, y cerrada por una reja, está la Plaça de Frederic Marès. Tras esa reja, un tramo de la antigua muralla romana que una vez protegió a Barcino es la manifestación material de algo que se construyó entre los siglos I y IV d. C.”. Un tramo de la muralla que suele estar fuera de los circuitos turísticos y que vale la pena conocer.
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