"No use siempre las mismas palabras, para encontrar sinónimos lea, lea y lea", le aconsejaba a menudo Joaquín Carballo Serantes (el gran Fioravanti). Héctor Drazer tomó al pie de la letra la recomendación del relator uruguayo, tanto que a sus casi 88 años -que cumplirá el 5 de julio- el periodista deportivo sigue buscando equivalencias lingüísticas como quien busca oro en el fango.
"Así descubrí hace poco el término 'meandro', cada una de las curvas que describe el curso de un río", suelta como en una clase el relator jubilado que presenció ocho Mundiales, desde México 1970 hasta Francia 1998. Su mapamundi personal dibuja más de 100 grandes ciudades atravesadas, Tokio, Oslo, Tel Aviv, París, Zurich, Dublin, Lisboa, Quito, Milán, Frankfurt, Amsterdam....
Socio 51 del Círculo de Periodistas deportivos, en su pasaporte contabiliza más sellos que los de un correo. Desde misiones periodísticas en Arabia Saudita (Copa Rey Fahd 1992) hasta aventureros desembarcos en Australia (Mundial Juvenil 1981 y repechaje de eliminatorias 1993).
En su baúl se entremezclan fotos impresas de entrevistas a Carlos Bianchi en la Fontana Di Trevi o a Jorge Valdano en la concentración de México 1986; vuelos con "El Cholo" Simeone; sobremesas con Carlos Bilardo, Julio Grondona, César Luis Menotti, José María Muñoz... Una de las grandes joyas: una entrevista a Diego Maradona en USA 1994, horas antes de que al "Diez" la FIFA le "amputara" las piernas.
Estadios con asientos de oro para los reyes de Oriente, canchas con endebles tablones de madera en el conurbano. La vida laboral de este relator "comodín" está atravesada por los contrastes. Muchos se preguntan en redes "¿Qué habrá sido de la vida de Drazer?". Esa generación que seguía a Yiyo Arangio, a Julio Ricardo, a Oscar Gañete Blasco, no imagina que Héctor conserva un minimuseo de documentos futbolísticos únicos.
Hay que ir a buscarlo a Morón, en el Oeste bonaerense, para escuchar esos relatos de un mundo extinguido. "Pasé de vivir en calles de tierra con tracción a sangre y servicios de almacén a domicilio a ver llegar al hombre a la luna y hoy la inteligencia artificial", se sorprende este sobreviviente que vio en persona los latigazos y los "pases de terciopelo" de Pelé. "Todo en menos de una centuria", se ríe.
"Puedo dar testimonio de un hecho histórico ocurrido hace 55 años: la Copa del Mundo que inició la emisión de los partidos en directo, 1970", avisa en un bar en el que despliega su arsenal de recuerdos en blanco y negro.

-¿Cómo fue ese hito?
-Goar Mestre, de Canal 13, y el canal oficial, el 7, hicieron un pacto de palabra para comprar los derechos de la transmisión televisiva, pero Argentina no se clasificó y el Estado se retiró. Quedó entonces sólo el 13 en el proyecto. El 7 se llevó parte del equipo del 13, y como faltaba un relator, el jefe de deportes, Hugo Moser, me dijo: 'Mirá un partido frente al televisor y traeme una cinta'.
-¿Y usted llevó su cinta?
-Sí, pero yo le preguntaba y le preguntaba a su secretaria, y me decía: "me parece que no vio nada". Y poco antes del Mundial, a contrarreloj, Moser me citó y me anunció: "Sacá la visa que en diez días te vas para México". La dupla quedó conformada con Ricardo Arias como relator principal y yo como segundo.
-¿Recuerda los partidos que transmitió?
-Arias relató toda la campaña de Brasil. Y a mí me tocaron partidos importantes como Alemania-Inglaterra. O Italia-Alemania. Fue un escalón, yo, que soñaba con ser el suplente de Fioravanti, tocaba el cielo con las manos. En ese Mundial llamaba la atención los pocos periodistas que había. Con una simple tarjetita de cartulina impresa entrabas a la cancha, no había mayor control.

Memorias de un soñador
Nacido en Floresta, criado entre Villa Luro y Mar del Plata, pudo haber sido arquitecto, pero un golpe de timón a tiempo lo rumbeó hacia la verdadera vocación, el periodismo. Con la mayoría de edad, el hombre de apellido austríaco regresó a la ciudad de Buenos Aires para estudiar arquitectura en la UBA, cursó hasta tercer año y abandonó.
Egresado en 1955 como Bachiller del Nacional de Mar del Plata, colegio en el que jugaba y relataba a la vez en los campeonatos internos, su debut en radio fue en Radio del Pueblo a fines de la década del cincuenta. Drazer vio un aviso en el diario en el que buscaban comunicadores "con producción publicitaria propia", y sin saber sobre el asunto se presentó a la emisora.

"Mirá, yo no te puedo pagar, pero si te conseguís un avisito de 20 o 30 palabras, cobrás", le dijeron, y se metió en el único "hueco" que había disponible, el automovilismo. "Un mundo muy pasional, las FM no existían y los canales de televisión eran apenas tres", recuerda.
La campaña de Quilmes, los partidos de la reserva de Primera División y otras tareas lo fueron entrenando en el arte del micrófono hasta "el espaldarazo", el Mundial de México 1970.
La siguiente Copa del Mundo a la que viajó fue Alemania 1974. No tenía canal fijo y el periodista Oscar Gañete Blasco -que hacía dupla con Enrique Macaya Márquez- lo convocó para ser segundo relator en aquella aventura que incluyó hasta el enfrentamiento de las dos Alemania, la Oriental y la Occidental (ganó la primera 1 a 0).

En España 1982, Mundial que ganó Italia ante Alemania Federal, Drazer cumplió su labor para Canal 7. "Yo grababa en alguna ciudad española comentarios, y mandábamos rollos de una manera artesanal. De pronto se le decía en el aeropuerto a alguien: '¿Usted es argentino, me lleva esto?'. Y alguien traía el carrete para Buenos Aires. Imagine hoy pedir a un desconocido en un aeropuerto que lleve un paquete", se ríe.
-Después del Mundial 1978 participó como presentador en La fiesta de todos, el documental dirigido por Sergio Renán que muchos consideraron "propaganda de la dictadura militar"...
-Sí, un día me llaman junto a Macaya, Néstor Ibarra, Diego Bonadeo y demás. Y empecé a averiguar por qué me habían convocado. Me comentaron que Renán había ido a unos partidos en vivo y otros los escuchó por televisión. Una vez escuchó decir "el hombre es un ser lúdico", y le dijo a a un colaborador: "Averiguá, quiero a ese periodista en la película". Más tarde, en Madrid, en una mesa con un grupo de argentinos exiliados en la que estábamos junto a Macaya, tuvimos un entredicho. Nos vinieron a criticar.
-¿Y qué argumentó?
-Macaya dijo: "No me rompan, yo no soy militarista. Teníamos que trabajar. ¿Qué querías que hiciéramos? Había trabajo y nos quedamos, a nosotros no nos perseguían". Yo no dije Viva Videla, ni viva aquello. Trabajábamos, no aplaudíamos. ¿Nos íbamos a ir del país todos? Por supuesto que me puse contento con el triunfo de la Selección argentina.

-De la cobertura de México 1986, ¿qué recuerdos tiene?
-Para entonces ya no trabajaba en televisión, y entré en o con Fernando Marín, que se había hecho cargo de FM Horizonte. Me dio la oportunidad de hacer entradas desde la cancha, ser comentarista de flashes. Yo trabajé muchos años como suplente caracterizado, es decir, me llamaban para determinado trabajo, no era empleado fijo de un canal o emisora. "Falta un relator, llamalo a Drazer", decían.
-También estuvo en Italia 1990.
-En el partido ante Unión Soviética, la segunda mano de Dios. Diego Maradona evitó con su mano un gol contra Argentina. También me acuerdo el día anterior al partido de Camerún: Argentina fue a hacer el reconocimiento del estadio y Carlos Menem quería saludar a la delegación. Los jugadores, por cábala, se resistían. Después de varios intentos, Menem se dio cuenta y dijo: 'Bueno, muchachos, nos vemos". Y se fue.
-¿Qué estilo tenía como relator?
-Un estilo que en la época me quisieron cambiar. Carlos Montero (creador de Telenoche) me decía 'Dale polenta'. Se hablaba poco, se consideraba que le faltabas el respeto al televidente si le explicabas lo obvio. La opinión era del comentarista, y si él opinaba poco, mejor. A mí me había quedado el consejo de Fioravanti: "En un córner decí tiro de esquina, tiro del rincón, aprovechá el lenguaje, buscá sinónimos". Así como Latorre dijo que estudió Filosofía para ser mejor periodista, yo leía sinónimos. Otros tiempos: se trataba de usted, no se buscaba la discusión. Ahora se ha entrado en una etapa donde lo importante es una discusión y un . Antes no podías decir de qué club eras, porque te hacían la cruz.

-¿Y de qué cuadro es?
-Me tuve que tragar a San Lorenzo durante 30, 40 años. Soy fanático desde 1945, la misma época del Papa Francisco. Bergoglio recordaba la final en cancha de Ferro en que San Lorenzo sale campeón, 1959. Me emociona pensar que había visto el mismo partido que yo.
Los micrófonos compartidos con voces como Bernardino Veiga y Minguito (Juan Carlos Altavista) en Radio El Mundo, la campaña de Deportivo Morón la única vez que militó en Primera (1969, Radio Antártida), los 67 años de su agencia de publicidad en la zona Oeste... Drazer mira para atrás y está conforme con el recorrido. Su último Mundial como periodista (Corea/Japón, desde Buenos Aires, para Radio Nacional) ocurrió hace 23 años, pero sabe que no hay jubilación que le arranque la vocación. Sigue despuntando el vicio con un periódico intermitente que envía por mail gratuitamente, Pulqui, "que se lee en diez minutos".

Marido de Noemí y padre de dos embajadores argentinos por el mundo (Maricel, periodista de la TV alemana; y Germán, doctor en Física e investigador en New Jersey), Drazer vive en un anonimato que le otorga paz. "No me siento ni desplazado ni rechazado. Me puedo sentar con cualquiera a la mesa. Di mucho trabajo, a Apo, a Senosiain, al perro Mena. Creo que no me comió el personaje. Mi ego está bastante amortizado".
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