A dos mujeres, una a cada lado del Océano Atlántico, les pidieron en los últimos días que se cubrieran cuando amamantaban a sus bebés en un negocio. Karissa Riddle estaba en el restaurante Qdoba Mexican Grill -del centro comercial Gaston Mall- en Gastonia, Carolina del Norte, Estados Unidos, cuando un empleado le pidió que se cubriera porque el restaurante había recibido quejas. En Londres, Inglaterra, Louise Burns, de 35 años, fue con su familia al lujoso Claridge’s Hotel y, mientras daba la teta a su bebé de 12 semanas, un mozo le pidió que se tapara con una servilleta, señalando que se trataba de una política de la empresa. La imagen de la mujer alimentando a su hijo con la cabeza tapada recorrió el mundo y reavivó el debate: ¿Por qué persiste el tabú de amamantar en público?
Sentirse incómodas
El primer ministro británico, David Cameron, dijo -por medio de un portavoz oficial- que es "totalmente inaceptable" que las madres se sientan incómodas por alimentar en público a sus bebés. Sin embargo, el tabú persiste.
"En nuestro país, se encuentra relacionado principalmente con la lactancia de niños mayores de dos años, por desconocimiento (la Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia materna hasta los dos años y más) o por pudor, ya que amamantar a un niño 'mayor' generalmente es percibido como algo obsceno que puede traumatizar al pequeño. Pero, en lo esencial, es un prejuicio cultural", explica a Entremujeres Silvia Sosa, voluntaria de la Liga de la Leche Argentina. "De un tiempo a esta parte, a través de campañas de difusión y con la ayuda de famosas que se muestran en público amamantando a sus bebés, la lactancia se percibe más como un hecho natural".
El problema radica también cuando otras personas transforman el instinto maternal en algo sexual. Para Flavia Tomaello, autora de libros como "Qué animales somos como padres", "Adopción" y "Gerentas de hogar", el prejuicio "tiene que ver con la connotación sexual que poseen los pechos femeninos y la imagen opuesta que expresan ante el acto de amamantar".
Aunque nos acostumbramos a ver súper escotes hasta en la sopa, los que se sorprenden por ver a una mamá amamantando en público no piensan que ese bebé está comiendo, sino que se asocia con un acto grotesco o una actitud "hippie", según una investigación de Maternal & Child Nutrition realizada en Inglaterra y publicada en agosto de 2014. "Las madres que amamantan pueden correr avergonzarse, sobre todo en público, por la exposición del cuerpo materno sexualizada", dicen en el informe.
Tanto Silvia como la licenciada Laura Krochik, presidente de la Asociación Civil Argentina de Puericultura (ACADP), consideran que el prejuicio de amamantar en público atraviesa mayormente al segmento socioeconómico medio. "Durante años las madres que debían salir a trabajar fueron bombardeadas por la publicidad de leches de fórmula que intentan hacer creer que sus productos son superiores a la leche materna y que no amamantar trae beneficios para la madre. Pero en los niveles socioeconómicos bajos, el precio de las leches de fórmula mantuvo a raya el tabú", explica Sosa. Mientras tanto, en los niveles altos hay una cierta tendencia a volver a lo natural, lo que disminuye un poco el prejuicio.
En el mismo sentido, Krochik dice que "nos invaden con cuestiones visuales que tienen que ver con tener el cuerpo perfecto, estar espléndidas, ser exitosas y profesionales... Nada más lejos de una madre dando la teta que esa imagen de 'cómo deberíamos ser las mujeres'. El amamantar en público tiene que ver con mostrarle a la sociedad nuestro rol maternal, pero está absolutamente devaluado y desprestigiado. Por eso es que no queremos dar la teta en público, por el juicio de valor que hay detrás de eso".
Un momento íntimo
Está comprobado que la leche materna tiene muchos beneficios para la mamá y para el bebé, y que superan los meramente nutricionales. Pero, ¿cómo enfrenta, en lo concreto, una mamá que amamanta en público el pedido de un tercero de cubrirse? Laura Krochik cree que una buena respuesta "sería preguntarle a esa persona qué le pasa a ella con eso, qué le despierta, qué pensamientos le trae esta imagen. El problema no es de la mujer que está amamantando en público, sino de quien pide que se cubra".
En general, no se le pide a la mamá que no amamante en público, sino que la presión es más sutil: "le realizan comentarios descalificantes, como 'ya no lo alimenta', '¿no es grande para tomar la teta">