Vivimos en la era de la hiperconectividad, donde las soluciones tecnológicas se presentan como atajos para optimizar cada aspecto de la vida cotidiana. La crianza no escapa a esta tendencia: sueño, alimentación, desarrollo, rutinas, estimulación temprana… Existen innumerables aplicaciones que prometen facilitar el desafiante camino de ser padres. Sin embargo, ¿son realmente una ayuda o se han convertido en una carga más dentro del ya exigente rol parental? Laura Lewin, especialista en educación, autora y formadora docente, reflexiona sobre el tema.
Información: ¿aliada o enemiga?
“Las apps de crianza surgen del anhelo de contar con una red de apoyo y una guía fiable. Padres y madres, muchas veces desbordados, encuentran en estas herramientas respuestas rápidas y basadas en evidencia sobre cómo interpretar el llanto del bebé, regular las siestas o introducir la alimentación complementaria. Pero el exceso de información puede llevar a la parálisis y la culpa”, señala Laura, autora de varios libros.

Y advierte que estar pendiente de la aplicación para registrar cada hito puede hacer que los padres pierdan espontaneidad en la interacción con sus hijos.
Además, indica que, al acceder a referencias promedio o estándar sobre el desarrollo infantil, “es fácil caer en la trampa de medir a los niños con una vara externa, sin considerar la individualidad de cada uno. La crianza implica una gran dosis de instinto. La tecnología puede ser una guía, pero no debe suplantar la escucha sensible y la conexión genuina con los hijos”.
Padres “analíticos” en busca del ideal
Muchos padres recurren a aplicaciones para llevar registros detallados: cuánto durmió su bebé, cuántas tomas de mamadera hizo, si los patrones de llanto son “normales”.
Lewin dice que si bien esta cuantificación de la crianza tiene su lado positivo –puede ayudar a identificar tendencias o detectar problemas de salud–, también puede ser un caldo de cultivo para la ansiedad.

“Convertirse en un ‘padre analítico’ puede llevar a la obsesión por seguir recomendaciones al pie de la letra, sin margen para la flexibilidad y la adaptabilidad. La crianza es un proceso orgánico, con ensayos y errores. Una aplicación que ‘dicta’ lo correcto puede hacer que los padres pierdan confianza en sus propias decisiones”.
“Y además, cuidado con tratar de convertirse en ‘padres perfectos’. En una sociedad que ya impone altos estándares de rendimiento, las apps pueden reforzar la idea de que existe una forma ‘ideal’ de criar, lo que aumenta la culpa y la autocrítica”.

La tecnología es una herramienta poderosa si se usa con criterio. En lugar de permitir que domine la experiencia de crianza, es posible establecer una relación más equilibrada con ella.
Además, llama la atención de que no todas las apps están respaldadas por evidencia sólida: “Es clave elegir aquellas basadas en investigaciones y desarrolladas con el aporte de pediatras y psicólogos. Por otro lado, como ya dijimos, cada niño es distinto. La aplicación puede ofrecer datos útiles, pero no reemplaza la observación directa y la experiencia propia”.
Ansiedad paternal
La experta señala que es muy importante no perder de vista qué nos genera el uso de las aplicaciones: “Si una app genera ansiedad, es una señal de que su uso está siendo contraproducente. No pasa nada por soltar el celular y guiarse por el instinto. La crianza no es un proyecto de gestión: no se trata de optimizar cada minuto ni de registrar cada hito, sino de construir vínculos y experiencias significativas”.
Las apps pueden ser aliadas en la crianza, pero nunca reemplazarán lo más importante: el vínculo humano: “Es fundamental no perder de vista que el mejor apoyo no viene de la tecnología, sino de la tribu: familiares, amigos, otros padres y madres, pediatras de confianza. Recuperar espacios de escucha y contención reales es clave para una crianza saludable”.
“Al final del día, los niños no recuerdan cuánto se ajustaron sus rutinas a un patrón preestablecido. Recuerdan los abrazos, las palabras de aliento, la atención plena y los mimos. Y eso, ninguna aplicación podrá proporcionarlo”.
Asesoró Laura Lewin, especialista en educación, autora y formadora docente. En Instagram, @lauralewinonline.
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