En 2020, con dos semanas de diferencia, Diego Maradona y Carlín Calvo, a los 60 y 67 años, murieron, o mejor, se fueron de gira. Una pena grande, de ésas que te dejan algunos días en trance, a la deriva.
El crack y el actor eran muy, muy amigos. Como se dice, incondicionales.
Tanto, que en agosto de 1997 compartieron una escena memorable en RRDT, el programa que, con producción de Polka, se emitía por El Trece y protagonizaba el intérprete criado en San Antonio de Padua.
Carlín se ponía en la piel de Ricardo Rojas, figura de Defensores de Belgrano que había decidido retirarse del fútbol y, antes de jugar su último partido, mientras se cambiaba solo en el vestuario, en medio de una profunda melancolía, recibía el consuelo de Diego, el mejor jugador de todos los tiempos.
La escena empieza con la potente voz en off de Víctor Hugo Morales, el relator uruguayo. La de las erres bien marcadas, la del “ta, ta, ta” y la del “cruza la cañada”. En fin, la del “barrilete cósmico”.

“Y hablando de recuerdos, ¿sabe quién se va del fútbol? Rodolfo Rojas, uno de los grandes... Hacía más de dos años que no jugaba. Pero se debía este partido homenaje en la cancha de Defensores de Belgrano, el club de sus amores. ¿Quién puede olvidar las hazañas de este delantero fenomenal que nos hizo reír y llorar en aquellas gloriosas campañas de fines de los '70 y comienzos de los '80?”, dice Morales.
Ahí, fiel a su estilo, con gracia, como si se hubiera formado en la escuela de Norman Briski o de Agustín Alezzo, Maradona entra al vestuario. Camina con el pechito inflado, como si fuera a cruzarse con el inglés Butcher. Lleva puesto un jean clarito, noventoso, y el sweater arremangado. Le brillan los zapatos.
“Perdoná, hermano, pero no voy a poder estar en este partido”, le dice Maradona a Rojas, con el libreto bien aprendido, sin tropiezos.
“No importa”, le devuelve el héroe del Dragón.
“Nos toca a todos... Hoy te toca a vos, mañana me toca a mí...Y así es nuestra vida. Quiero que este último partido lo disfrutes con todo tu corazón...”, le pide Maradona.
“Vas a estar igual, ¿sabés?”, lo tranquiliza Rojas.
Enseguida, ya en la cancha, con un corte de pelo muy parecido al de Ciro y Los Persas, y con una camiseta muy ajustada, Rojas anota de penal el último gol de su carrera. Es un toque suave, de zurda. Un verdadero pase a la red.
También disfrazados de jugadores de Defensores, por qué no, como si fueran Wálter Fernández, Raúl de la Cruz Chaparro o Banana Galbán, sus compañeros abrazan a Rojas. Son ex futbolistas profesionales devenidos actores: Adrián Domenech, el Checho Batista, el Negro Enrique...

Después del partido, el dirigente Ferré (interpretado por el actor Osvaldo Santoro) se acerca a Rojas y le ofrece hacerse cargo, como entrenador, de Excursionistas, el máximo rival de Defensores.
Al principio, Rojas no sabe qué hacer: tiene más dudas que Samantha y Natalia juntas, sería la reflexión del Diez.
Entonces, le va a pedir ayuda al Bambino Veira, que en ese momento era el DT “real” de Boca.
Ahora estamos en las canchas del Sindicato de Empleados de Comercio. Es una mañana fría, de invierno. Veira dirige la práctica xeneize. Los jugadores están muy abrigados. La figura, por si hace falta aclararlo, es Maradona, el mismo Maradona que llegaba a entrenarse a bordo de un camión Scania o que para ponerse a tono físicamente había contratado a Ben Johnson, súper atleta canadiense.
Ese mismo año, el 25 de octubre, Diego jugaría su último partido oficial con la azul y oro, en un 2-1 a River de visitante, en el que fue reemplazado en el entretiempo por Juan Román Riquelme.
Aquella tarde, en el vestuario, rodeado de micrófonos, Maradona diría otra de sus frases más recordadas: “A River se le cayó la bombacha”.
Volvamos a RRDT.
Como parte de la ficción, Veira, sin sacarse en ningún momento el gorrito de lana, le dice a Rojas: “¿Así que me querés hacer la competencia? Quedate conmigo a ver la práctica y yo te explico todo...”.
Al Bambino también le queda cómodo su rol de actor, se nota que tiene experiencia en el rubro: ya había participado como extra en la película Big Jake, de 1971, ni más ni menos que con John Wayne.

“Yo te tengo una fe ciega”, le sigue diciendo el ex de Sonia Pepe a Rojas, usando una de sus principales cartas: el inflador psicológico.
Y profundiza: “Vos quedate tranquilo que tenés mi apoyo... Lo fundamental es mantener el equilibrio. En el triunfo y en la derrota, nunca le falles al jugador, nunca le mientas... Y grabate esto en la cabeza: por más que entrenes doble turno durante toda la semana, por más que concentres a los jugadores tres días antes de los partidos, si no ganás, no te sirve de nada”.
Rojas lo escucha atentamente. Y le dice una de las frases más repetidas en la historia del fútbol: “Esta profesión, la de entrenador, es una manera de seguir ligado al fútbol...”.
“Lo más importante es que vos estás desarrollando nuevamente tu pasión, que es completamente distinta a la de jugador...", amplía Veira. "Un jugador termina el partido o el entrenamiento, se baña y se va. Y el entrenador tiene que seguir pensando en esto las 24 horas. Es más, cuando te vas a dormir, seguís viendo la táctica que vas a usar en el partido del domingo...”.
Belleza, Bambino. Muy clarito. Sólo le faltó decir: “La base está”.

Luego, como parte del mismo programa de RRDT, se grabaron escenas en la Bombonera, durante un partido que Boca le ganó 3-2 a Racing, con dos goles de Sebastián Rambert y uno de Néstor Fabbri.
Para la Academia descontaron Nacho González y el Chelo Delgado.
Siempre en su rol de Rojas, Carlín se ubicó al lado de Veira y de Tití Fernández, que trabajaba como cronista de “campo de juego” para la televisión.
En la cancha, por supuesto, el que movía los hilos era Diego. Con el triunfo, se fueron todos ovacionados por La 12: Diego, Veira, Calvo...
Era otro fútbol, sin dudas. ¿Hoy se le ocurriría a Adrián Suar pedirle permiso a Jorge Amor Ameal, presidente de Boca, para que lo deje grabar algunas escenas con Nicolás Cabré o Esteban Lamothe al lado de Miguel Ángel Russo?
No, difícil: es todo más ceremonioso.
En el elenco de RRDT, además de Carlín y Santoro, se destacaban China Zorrilla, Patricia Sosa, Nancy Dupláa... Y, queda dicho, contó con la colaboración “estelar” de Maradona.
La relación de amistad entre Carlín y Diego venía de lejos.
En 1992, por ejemplo, se los había visto juntos, en medio de los hinchas, en una de las plateas de la Bombonera, en un clásico que Boca le ganó 1-0 a River con gol de Manteca Martínez.
A Carlín y Diego los acompañaban Don Diego y Claudia Villafañe. La cámara de televisión los enfocó justo cuando estaban saltando y cantando: “Boca no tiene marido, Boca no tiene mujer...”.
Marcelo Araujo, el relator, se preguntó: “¿Qué hace Carlitos Calvo ahí? ¿Y qué va a hacer? Si también es hincha de Boca...".

Con el tiempo, Diego compró su palco del lado de enfrente, donde están los bancos. Y, como si fuera un integrante del Cirque du Soleil, empezó a hacer equilibrio sobre la baranda, y a revolear la remera, y ... Su hija Dalma, afortunadamente, evitó varias veces que se cayera de cabeza.
El 1-0 a River del 92 también es recordado por otro episodio: para agredirlo, a Ángel David Comizzo, arquero visitante, le tiraron una radio desde la popular local. Una de esas radios amarillas, rectangulares, que en aquella época estaban de moda, principalmente, entre quienes salían a correr. Y Comizzo la usó para escuchar con los auriculares el relato del penal que el Mono Navarro Montoya, en el otro arco, le atajó a Hernán Díaz.
Increíble.
Lo más curioso: ¿cómo hizo Comizzo para sintonizar el dial a perilla de la radio sin sacarse los guantes">