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      La vida de Enrique Shaw, el empresario que nació en el Ritz de París, protegió a los obreros y puede ser santo

      • Un libro de Nunzia Locatelli y Cintia Suárez rescata esta vida excepcional que está en proceso de canonización.
      • La intimidad de una presentación y la pregunta acerca de si es posible hoy un empresario como Shaw.

      La vida de Enrique Shaw, el empresario que nació en el Ritz de París, protegió a los obreros y puede ser santoLas autoras, Cintia Suárez y Nunzia Locatelli

      “Mi padre era un hombre normal”, dijo casi a la ligera Sara Shaw, la menor de los nueve hijos que tuvo Enrique Shaw. Pero lo que Sara percibe como normal es precisamente la excepcionalidad de una persona que nació en el hotel Ritz de París, era hijo de una de las familias más pudientes de la Argentina, se alistó como marino, quiso ser obrero y fue un empresario singular.

      De esa vida, que se apagó a los 41 años, se ocuparon Nunzia Locatelli y Cintia Suárez en el libro Enrique Shaw, el apóstol de los empresarios (Editorial Catarsis).

      Las autoras y Sergio RubinLas autoras y Sergio Rubin

      Locatelli, es italiana y Suárez, argentina, son periodistas y escritoras. Anoche presentaron el libro en el Palacio Noel, hoy museo Fernández Blanco, un templo del arte hispanoamericano. Se colmó de asistentes que reflejaron lo que simboliza Enrique Shaw.

      Estaban desde la presidenta de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), Silvia Bulla, el rector de la UCA, embajadores, empresarios (José Urtubey, Ricardo Smith Estrada) obispos, oficiales de la marina, el titular de Adepa, Martín Etchevers y figuras del arte como Teresa Bulgheroni junto a su hijo Marcos, CEO de la petrolera PAE y esposo de Nuncia Locatelli.

      Los obispos y Sara Shaw en la primera filaLos obispos y Sara Shaw en la primera fila

      Las autoras se refirieron a la integridad y se preguntaron si era posible hoy un empresario de esas características que a simple vista contrasta con la realidad actual. De paso, se recordó que Shaw, directivo de la cristalería Rigolleau, conocía por su nombre a cada empleado y estaba empapado de las tareas que realizaban.

      Esa sensibilidad por los desheredados, por la gente de trabajo se traducía por ejemplo “en ayudarlos con créditos que se devolvían, pero él se olvidaba de la última cuota”, contaron.

      Marcos BulgheroniMarcos Bulgheroni

      Cuando la vida de Enrique Shaw se apagaba en 1962 unos 250 operarios hicieron fila para donarle sangre a lo que el retribuyó señalando que “estaba orgulloso de llevar sangre obrera en sus venas”.

      Las autoras se documentaron con cientos de testimonios y muchos basados en las anotaciones de Shaw en libretas sencillas de tapas negras donde dejaba constancia desde el precio de un pañuelo, las generosas propinas hasta los recorridos de sus viajes. Estaba casado con Cecilia Bunge.

      Había nacido en 1921 tras la primera guerra mundial y se inspiró en la encíclica de León XIII Rerum Novarum” (De las cosas nuevas), publicada en 1891 que ahora rescata León XIV y que dieron origen a la doctrina social de la iglesia, que dignifica el trabajo y el salario justo.

      Vivió la Argentina de Perón que lo encarceló durante diez días. También vivió la revolución Libertadora. Fue uno de los fundadores y primer presidente de ACDE. Y ayudó al nacimiento de la Universidad Católica Argentina. Y aportó la idea de las Asignaciones Familiares para ayudar a las familias con hijos. El gobierno de Aramburu lo adoptó y es desde entonces una política pública.

      Durante la presentación, el periodista de Clarín Sergio Rubin se refirió al proceso de canonización de Shaw que ya está avanzado y lo convertiría en el primer santo empresario.

      Rubin consultó a las autoras acerca de qué las llevó a escribir el libro. “Dónde has visto un santo que haya nacido en el Ritz y haya sido empresario. Muchos de los candidatos son sacerdotes o monjas, mientras que él es un hombre de negocios, de una familia importante”, respondió Locatelli.

      Una de las anécdotas que se relata en el libro lo describe: “Cuando observó que un capataz reprochaba a un operario por un trabajo mal hecho, lo interrumpió y le dijo: acaso lo felicitaste cuando lo hizo bien”.

      Hacia el final, Nunzia se refirió a esas libretas con letra diminuta. “Shaw se exigía a si mismo. Encontramos que escribía tengo que sonreír más, limitar el enojo, ser más amable con la gente”.

      En ese momento la autora sorprendió: “¿Es posible hoy regalar una sonrisa , tener esta forma tan humana en la empresa? Veo a mi marido que mira para abajo”, soltó mientras se multiplicaban las risas y las palmadas a Marcos Bulgheroni en el auditorio y el locutor invitaba a un vino de honor.


      Sobre la firma

      Silvia Naishtat
      Silvia Naishtat

      Editora de la sección Economía [email protected]

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