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      A 50 años de la vuelta olímpica de Boca en el Monumental: el Muñeco Madurga y dos goles que pasaron a la historia

      El histórico jugador del Xeneize, a quien lo rebotaron cuando se probó en el Millonario, conserva sus recuerdos intactos. "Cuando pasamos por la tribuna San Martín, los hinchas nos aplaudieron", rememora en un mano a mano con Clarín.

      A 50 años de la vuelta olímpica de Boca en el Monumental: el Muñeco Madurga y dos goles que pasaron a la historiaNorberto Madurga, jugador histórico de Boca. (Foto: Andres D'Elia).

      En estos días, el apodo Muñeco remite inexorablemente a la figura de Marcelo Gallardo. Sin embargo, allá lejos y hace tiempo, en la década del 60, cuando aún no había nacido el actual director técnico de River, Norberto Madurga ya era dueño de ese mote.

      Oriundo de Liniers, en donde aprendió “la cultura del potrero jugando en la calle”, este otro Muñeco también dejó una huella imborrable en el fútbol argentino, aunque con la camiseta azul y oro. No obstante, el club de Núñez estuvo presente en algunos de los momentos más significativos de su vida.

      De chico, se probó en el Millonario y se llevó una gran decepción. Años más tarde, debutó con la casaca de Boca ​en un Superclásico y convirtió un gol a los cuatro minutos. Y el 14 de diciembre de 1969, hace 50 años, fue el protagonista estelar de la primera y única vuelta olímpica que el Xeneize dio en el Monumental.


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      Con 74 años, Madurga acumula un sinfín de memorias y experiencias. En una charla con Clarín, abre su "baúl de los recuerdos" y comienza a relatar su historia. Con paciencia, pero sin pausa. Cuenta que estuvo a punto de dejar el fútbol cuando era pibe; rememora que los hinchas de River lo aplaudieron mientras daba la vuelta olímpica; asegura que palpitó sus dos goles más importantes en un sueño; y afirma que no le interesa que lo reconozcan por ser un buen futbolista, sino por ser una gran persona, “porque eso es lo que queda”. Y mucho más.

      —¿Cómo fue que te probaste en River?

      —Tenía 13 años en ese momento. Uno de mis hermanos trabajaba en el ex Banco Nacional de Desarrollo (Banade) con el hermano del vicepresidente de River, entonces me consiguió una prueba. Cuando llegué al vestuario, el director técnico me miró y me dijo: "¿Con ese físico te venís a probar?". Toda mi vida fui chiquito. Después jugué diez minutos y anduve bien, pero ni me miraron. Me dolió mucho ese comentario. 

      —¿Quién fue ese entrenador?

      —No lo quiero decir. Lo que sí puedo contar es que cinco años más tarde me lo volví a cruzar. Estaba en la Selección Argentina juvenil y da la casualidad de que este señor fue en reemplazo de Ernesto Duchini, que no había podido viajar. En el micro se sentó al lado mío y me dijo: "La guita que vas a afanar vos con el fútbol". Antes había otra educación, por eso nunca le respondí. Pero me hubiera gustado decirle: "Si fuera por usted, yo estaría cargando bolsas". Me quedé con eso guardado toda la vida.

      — ¿Cómo fue tu camino hasta Primera División?

      — A los 16 años fiché para Racing. Antes de que comenzara el campeonato cambió el técnico y durante más de un mes no me tuvieron en cuenta, entonces decidí no ir más. Había perdido las esperanzas de llegar a Primera. Un año después, (Bernardo) Nano Gandulla me vio jugar en la Iglesia de San Cayetano, cerca de mi casa, y en el entretiempo del partido me prometió un montón de cosas. Ya no confiaba en nadie del mundo del fútbol, pero al final accedí. Fue lo mejor que pude haber hecho. Se lo debo todo a Nano (ex futbolista y captador de talentos). Me llevó a Atlanta y a la semana debuté en Primera, en un octagonal. 


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