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      El edificio histórico donde funcionó un diario y el pasaje para carruajes que abrirá por primera vez en pleno siglo XXI

      • La restauración está en marcha y el nuevo espacio conectará Avenida de Mayo con Rivadavia.
      • Los espacios a preservar y la estructura de hierro que llegó desarmada de Alemania y Francia.

      El edificio histórico donde funcionó un diario y el pasaje para carruajes que abrirá por primera vez en pleno siglo XXIEl Salón Dorado, uno de los atractivos de la Casa de la Cultura (ex edificio de La Prensa), que está en plena restauración. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

      Andamios, materiales de obra, trabajadores por todos lados, máquinas, polvo, ruido. Por estos días cuesta un poco apreciar la belleza del edificio que fue la casa central del diario La Prensa y que hoy es sede del Ministerio de Cultura porteño. Pero el encanto que caracteriza a esta obra icónica en Avenida de Mayo -coronada con una figura de bronce de la diosa de la sabiduría, Palas Atenea- está allí, esperando el fin de los trabajos de restauración y puesta en valor, para volver a brillar.

      El eje central de los trabajos está puesto en la lucarna, en el pasaje de carruajes y en la fachada. Por un lado, la lucarna porque es prácticamente el corazón del edificio, ya que es el techo del patio central. Por otro lado, el pasaje de carruajes traerá junto a su restauración, una importante novedad para vecinos, vecinas y turistas: su apertura al público en general.

      Si, una vez que concluyan las obras se podrá atravesar el edificio desde Avenida de Mayo hacia Rivadavia. Y hasta tomar un cafecito en el patio central.

      El proyecto central prevé que el edificio se abra a la comunidad y que vuelva a funcionar como un espacio de vinculación con la cultura; con visitas guiadas y muestras de arte, además de este espacio gastronómico. Como ejemplo virtuoso, el Teatro Colón tiene en su "Pasaje de los carruajes" un bar y restaurante que ya se transformó en un clásico.

      La obra de restauración

      La lucarna de la Casa de la Cultura. Una parte construida en Francia, otra en Alemania. Llegó al país, desmontada.
Foto: Guillermo Rodriguez AdamiLa lucarna de la Casa de la Cultura. Una parte construida en Francia, otra en Alemania. Llegó al país, desmontada. Foto: Guillermo Rodriguez Adami
      El cateo, para llegar hasta su color original de la  la Casa de la Cultura. Foto Guillermo Rodriguez AdamiEl cateo, para llegar hasta su color original de la la Casa de la Cultura. Foto Guillermo Rodriguez Adami
      Un corte del edificio de la Casa de la Cultura.: a la izquierda Avenida de Mayo, a la derecha, Rivadavia. Imagen GCBAUn corte del edificio de la Casa de la Cultura.: a la izquierda Avenida de Mayo, a la derecha, Rivadavia. Imagen GCBA

      Pese a los trabajos que se llevan a cabo, la actividad en el ministerio continúa a pleno. De hecho, desde su inauguración (en 1898, obra de Carlos Agote y Alberto Gainza) hasta la actualidad, este edificio ha tenido un uso muy intenso, lo que también incidió en sus patologías.

      La lucarna es un poco el corazón de este edificio, puesto que baña con luz natural el patio central, que articula las funciones de lo que actualmente es el Ministerio de Cultura.

      Todos los pisos "balconean" hacia este patio central, cuya lucarna nunca había sido restaurada íntegramente. A lo largo de los años se hicieron diversos trabajos de reparación, pero paliativos.

      Para dar inicio al proyecto, primero lo primero: los andamios. Una obra en si misma. Una torre de 30 metros de altura, de 25 toneladas de peso, cuyas "patas" llegan hasta el segundo subsuelo, en donde originalmente funcionaron las rotativas del diario.

      El entramado de hierros tubulares, en el corazón del edificio de la Casa de la Cultura. Foto Guillermo Rodriguez AdamiEl entramado de hierros tubulares, en el corazón del edificio de la Casa de la Cultura. Foto Guillermo Rodriguez Adami
      La documentación de obra, cada paño de vidrio de la lucarna tiene una medida diferente en la Casa de la Cultura. Foto Guillermo Rodriguez AdamiLa documentación de obra, cada paño de vidrio de la lucarna tiene una medida diferente en la Casa de la Cultura. Foto Guillermo Rodriguez Adami

      Tanto en muros como en la estructura metálica de la lucarna se realizaron cateos (decapado de la pintura), para llegar a los colores originales. A lo largo de los años, se realizaron muchas intervenciones. Por un lado, sin respetar los colores originales pero además sin interpretar que había un "diálogo" entre todos los espacios de este edificio.

      Es que su propietario, José Camilo Paz, tenía una ambición presidencial. Dieciseis años después iba a subir la apuesta con el Palacio Paz, la que fue la residencia más grande de la Ciudad. Allí vivía junto a su familia, pero conceptualmente fue pensada y diseñada para que pudiera cumplir funciones de residencia presidencial.

      "El propietario del diario entendía que podía mostrar también su poder como hombre influyente a través de la arquitectura. Cada abertura (desde los picaportes hasta el biselado de los vidrios), los pisos, la ornamentación, por supuesto el Salón Dorado (inspirado en el de Versalles), los ascensores, el pasaje de carruajes, la fachada; todos estos detalles están siendo intervenidos con especialistas en cada uno de estos rubros", explicó a Clarín la arquitecta Natalia Basualdo, a cargo de la Gerencia Operativa de Infraestructura del ministerio.

      Muros en el pasaje de carruajes de la Casa de la Cultura, en las pruebas para definir el revestimiento. Foto Guillermo Rodriguez AdamiMuros en el pasaje de carruajes de la Casa de la Cultura, en las pruebas para definir el revestimiento. Foto Guillermo Rodriguez Adami
      Tareas sobre las figuras que se encuentran en la parte superior del pasaje, dentro de la Casa de la Cultura. Foto Guillermo Rodriguez AdamiTareas sobre las figuras que se encuentran en la parte superior del pasaje, dentro de la Casa de la Cultura. Foto Guillermo Rodriguez Adami

      Ya desde su origen el edificio fue una usina generadora de actividades. Cuando era diario, había hasta consultorios médicos. Para los trabajadores y para las personas que circulaban por la zona o se acercaban desde otros barrios. Biblioteca con público; actos protocolares y eventos culturales; habitaciones para invitados. Y todo el movimiento que implicaba en aquellos tiempos una redacción, además de las rotativas y la logística de reparto.

      Los usos cambiaron pero el movimiento continúa porque aquí se concentra buena parte del funcionamiento del Ministerio de Cultura, aún con las oficinas de la ministra, Gabriela Ricardes.

      "De todas maneras, como un tetris, la obra avanza y la dinámica laboral se adapta un poco a este avance. Por eso por momentos es necesario "cerrar" un piso para trabajos específicos. Aún así, el ministerio no mudará sus funciones mientras dure la obra", explicó Leonardo Bellante, director general de Técnica, istrativa y Legal del Ministerio de Cultura.

      El ingreso desde Avenida de Mayo a la Casa de la Cultura., por el pasaje de carruajes (aclaración: en plena obra). Foto Guillermo Rodriguez AdamiEl ingreso desde Avenida de Mayo a la Casa de la Cultura., por el pasaje de carruajes (aclaración: en plena obra). Foto Guillermo Rodriguez Adami
      Trabajos en la fachada de la Casa de la Cultura.. La firma de Gainza y Agote. Foto Guillermo Rodriguez AdamiTrabajos en la fachada de la Casa de la Cultura.. La firma de Gainza y Agote. Foto Guillermo Rodriguez Adami

      Además de la lucarna, la otra gran obra que encara este proyecto es "abrir" el edificio a la Ciudad, revitalizando el pasaje de carruajes. Como ocurría en muchos otros edificios de la época, tenían su propio pasaje. Atravesaba el edificio desde Avenida de Mayo hacia Rivadavia, pero en una leve diagonal, no con un trazado recto.

      La idea es que ambos portones estén abiertos durante el día, que la gente pueda atravesar el pasaje y también quedarse; porque en el patio central habrá un barcito. Según explicaron a Clarín, no interfiere en los usos ministeriales porque los s a las oficinas y al interior del edificio queda apartado del uso público.

      Desde ambas veredas, es dificil adivinar que los portones "esconden" estos pasajes. El que da hacia Avenida de Mayo se encuentra ahora mismo copado por un andamio y con mucho movimiento de obreros y especialistas en patrimonio. Se define cuál será el revestimiento que finalmente se reproducirá en todos los muros. Y mientras tanto se avanza con la reparación de la importante ornamentación del conjunto.

      El sistema de comunicación interno, neumático, a través del cuál se enviaban cartas, mensajes y documentación. Foto Guillermo Rodriguez AdamiEl sistema de comunicación interno, neumático, a través del cuál se enviaban cartas, mensajes y documentación. Foto Guillermo Rodriguez Adami
      El despacho de José C. Paz, conservado dentro de la Casa de la Cultura.. Foto Guillermo Rodriguez AdamiEl despacho de José C. Paz, conservado dentro de la Casa de la Cultura.. Foto Guillermo Rodriguez Adami

      Hasta ahora los trabajos avanzaban puertas adentro del ministerio; hoy ya se puede ver el andamio por fuera, con obra sobre la fachada. También con muchas patologías -desprendimiento de partes, crecimiento de plantas, hollín, etc.- se está comenzando a limpiar con arena y a reponer las partes y realizar su consolidación.

      La historia del edificio

      José C. Paz encargó su construcción al arquitecto Alberto Gainza y al ingeniero Carlos Agote. La construcción se hizo en base a una estructura en hierro que trajeron desarmada a Buenos Aires desde Alemania y Francia. El palacio tiene seis pisos y dos subsuelos, donde se encontraban las rotativas.

      Profusamente ornamentado, ya sin sus sillas originales en la Casa de la Cultura. Foto: Guillermo Rodriguez AdamiProfusamente ornamentado, ya sin sus sillas originales en la Casa de la Cultura. Foto: Guillermo Rodriguez Adami
      La letra P: ¿Paz, prensa, periodismo? Foto Guillermo Rodriguez AdamiLa letra P: ¿Paz, prensa, periodismo? Foto Guillermo Rodriguez Adami

      En el primer piso está el Salón Dorado, que funcionaba (funciona aún) como salón de actos. El artista plástico y muralista Nazareno Orlandi se inspiró en el Palacio de Versalles para dejar plasmada su obra en el techo. Orlandi fue también autor del mural que se encuentra en el cielorraso de la librería El Ateneo. Y también del marouflage (una técnica que consiste en realizar el trabajo en un lienzo, luego se coloca en un bastidor y después en el techo) que se encuentra en el ingreso al Palacio Biol, hoy sede de la Auditoria General de la Nación.

      Según algunas versiones, el edificio tiene símbolos que remiten a la masonería. Incluso se cree que habría sido sede de algunas reuniones de esta logia.

      Uno de los detalles más destacados del edificio es la estatua de Palas Atenea, ubicada en el coronamiento. Está íntegramente tallada en bronce, obra de Maurice Bouval. Pesa cuatro toneladas y llegó a Buenos Aires en barco. El propietario del edificio la encargó pensando en simbolizar el valor del periodismo en la construcción de una sociedad libre. Dicen también que para representar la libertad y la sabiduría: dos valores fundamentales para los masones.

      Pese a su grandilocuencia, también tuvo sus años de oscuridad. En 1946 (durante el primer gobierno de Perón) el diario y el edificio fueron expropiados. Diez años después (con la autodenominada Revolución Libertadora) fue devuelto a la familia fundadora.

      La decoración de los muros interiores del edificio de la Casa de la Cultura.. Foto Guillermo Rodriguez AdamiLa decoración de los muros interiores del edificio de la Casa de la Cultura.. Foto Guillermo Rodriguez Adami
      Los solados del edificio, mayormente preservados en la Casa de la Cultura. Foto Guillermo Rodriguez AdamiLos solados del edificio, mayormente preservados en la Casa de la Cultura. Foto Guillermo Rodriguez Adami
      El coronamiento del edificio de la Casa de la Cultura.y su Palas Atenea. Foto Fernando de la OrdenEl coronamiento del edificio de la Casa de la Cultura.y su Palas Atenea. Foto Fernando de la Orden

      SC


      Sobre la firma

      Silvia Gómez
      Silvia Gómez

      Redactora de la sección Ciudad [email protected]

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