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      Lectores: “Esas mantas que cobijan nombres y apellidos”

      ¿Será que cada vez son más los humildes que quedan relegados a vivir así? Por la cotidianidad de verlos, ¿comenzaremos a identificarlos y a dialogar con ellos para escucharlos?, se pregunta le lectora Sandra Vásquez.
      EL COMENTARIO DEL EDITOR. Argentina, y esa postal eterna.

      Lectores: “Esas mantas que cobijan nombres y apellidos”Personas en situación de calle, afrontando los robos y el frío.
      Redacción Clarín

      Como manchones de colores desgastados y oscuros, aparecen en las veredas de los barrios mantas que cobijan siluetas con nombres y apellidos. Allí encontramos a hombres y mujeres que se ven en la necesidad de transcurrir sus vidas en las calles.

      Los cruzamos en las recorridas hacia nuestros destinos, y no resultan indiferentes. Su presencia moviliza y llena de interrogantes. ¿Será que cada vez son más los humildes que quedan relegados a vivir así? Por la cotidianidad de verlos, ¿comenzaremos a identificarlos y a dialogar con ellos para escucharlos?

      Las realidades sociales dejan al descubierto vivencias dolorosas. La desvalorización del individuo como tal, roza de forma casi imperceptible con la vulnerabilidad. Cobran significado conceptos que creíamos estaban en vías de superación: como la desigualdad, la marginación, la indiferencia y el rechazo entre otros, haciendo sentir a nuestros pares como seres inferiores o excluidos sociales, denigrándolos y relegándolos a situaciones paupérrimas y asfixiantes a la hora procurar estados de superación. Imaginar y proponer cambios positivos que los ayuden, deberían ser prioridades y responsabilidades de gobernantes y de la comunidad toda.

      Violeta, la mujer en situación de calle de Recoleta que apareció muertaVioleta, la mujer en situación de calle de Recoleta que apareció muerta

      Esas pequeñas montañas brindan abrigo y refugio. Son hogares sustitutos para los sin techo. Residencias de cartón revestidas de cielo. En el mejor de los casos, ubicadas bajo la protección de aleros de balcones, entradas de edificios, cajeros automáticos y salas de espera de hospitales. En la búsqueda de refugio especialmente por las noches, el abanico es muy amplio. Seleccionar el mejor lugar para transitar ese espacio de tiempo es un reto permanente. En el mejor de los casos, el mismo puede ser usado a diario, pero en su mayoría el peregrinar es condición casi obligatoria para la elección de un lugar seguro. Por las mañanas, de forma elegante y educada, son invitados a retírense de esos refugios provisorios.

      Claro que algunos ciudadanos utilizan otras estrategias menos diplomáticas y cordiales para el desalojo que terminan generando conflictos. Por suerte son muchos los ciudadanos que cuentan con la capacidad de comprender que ese estilo de vida no fue elegido por elección propia, sino que fue efecto de desventuras personales. La falta de trabajo digno para solventar un techo y la independencia a la hora de obtener un plato de comida, generan círculos o espirales viciosos que dificultan encontrar una salida. En mi infancia se hablaba de linyeras, y hoy se los denomina hombres en situación de calle. Los primeros elegían esa vida por elección propia y los otros son el resultado de la difícil situación económica y social que nos toca vivir.

      Un hombre camina frente a las pertenencias de una persona en situación de calle.Un hombre camina frente a las pertenencias de una persona en situación de calle.

      Esta realidad no es ajena a todos barrios, hasta los más elitistas notan su presencia, claro que se los oculta con más detenimiento y estrategia para no ser identificados. Los modelos políticos negacionistas, inspiran a la solidaridad a ser ciega, sorda y muda.

      Como sociedad no nos puede resultar ajena esta realidad. La mayoría de nosotros no contamos con los suficientes recursos monetarios como para ayudar a cada una de esas personas. Pero de algo estoy segura y es que, si los consideramos iguales desde los distintos lugares de humildad de cada uno, procuraremos comprenderlos y acompañarlos en la búsqueda de una mejor calidad de vida.

      Los otros, los que gozan de poderes y toman decisiones deberían despertarse, entenderlos, escucharlos y ayudarlos con las herramientas que estén a su alcance para revertir su situación.

      Las violencias domésticas y económicas, los alquileres, entre otras problemáticas son parte de la realidad que atraviesan muchas mujeres atraviesan y las llevan a estar en situación de calle.Las violencias domésticas y económicas, los alquileres, entre otras problemáticas son parte de la realidad que atraviesan muchas mujeres atraviesan y las llevan a estar en situación de calle.

      Como sociedad, ¿llegaremos a ser resilientes con el prójimo, para poder salir fortalecidos de las experiencias que nos toca vivir? ¿Seremos capaces de desarrollar lazos empáticos para afrontar la adversidad? Son interrogantes que les transmito para proyectar juntos en un futuro mejor, donde todo se equilibre en post del bien común. Ojalá nos contagiemos de las experiencias beneficiosas que se están desarrollando y las repliquemos en la comunidad. Que en estos días renovemos las esperanzas de superación, donde todos participemos en la construcción de una sociedad mejor, justa, real y constructiva.

      Que los ejemplos positivos fluyan y generen nuevos vínculos, donde el compromiso se replique y sea indicio de que vamos por buen camino.

      Los cambios son posibles con el compromiso de todos los involucrados. ¡Nosotros!

      Sandra Vázquez / [email protected]

      EL COMENTARIO DEL EDITOR

      Por César Dossi

      Argentina, y esa postal eterna

      Ante la situación económica que arrastró de lleno a algunas personas a las calles, y con las esperanzas que se les nublaron en los momentos más críticos, la lectora Vázquez se interpela y a la vez reflexiona sobre lo que todos vemos y el Gobierno mira de reojo. Quizá ya no tenga solución para los que están debajo de esas “mantas que cobijan nombres y apellidos”, como lo define Sandra. Es que quizá sea también el futuro inmediato de otros tantos que hoy la pelean como pueden.

      No es nueva la postal de la indigencia. Esa imagen eterna de personas en situación de calle es la que Argentina tiene encallada en todos los gobiernos desde hace años. Es un sello indeleble, una tarjeta de presentación para el mundo. ¿Desidia? ¿Botín de guerra? ¿Falta de agenda de gobierno? ¿Deshumanización?

      Suman 4.049 personas que viven en la calle en la ciudad de Buenos Aires, 763 más que el año pasado. Es decir, subió un 23,2%, según lo relevó en noviembre de 2024 el Instituto de Estadística y Censos de la Ciudad. La nota de Clarín publicada el 6 de marzo de este año, refleja también que el 35,1% de la población atendida en los Centros de Inclusión Social (CIS) nació en la Ciudad de Buenos Aires y el 30,1%, en la Provincia. El 20,1% en las restantes provincias y el 11,9% en el extranjero. Se desconoce el lugar de nacimiento del 2,8% restante. Y remata con un dato desalentador: desde que el Instituto porteño realiza este relevamiento (2017 con 1.602 personas) se ve un incremento casi continuo de las personas en situación de calle. Con estos datos filosos la tristeza insondable nos atraviesa.

      Quizá haya alguien que escuche del otro lado: se puede pedir asistencia para estas personas llamando al 108. O quizá con acciones solidarias, como propone la lectora, de “comprenderlos y acompañarlos en la búsqueda de una mejor calidad de vida” los ayudemos a mimar el corazón, y templar un poco el alma, ahora que el frío llega y azota sin piedad. ¡Quizá!