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      “Cómo me convertí en una persona mayor”: es psicóloga y cuenta los pro y los contra de envejecer

      La psicóloga y escritora Mónica Berjman retrata en su libro la sorpresa, la resistencia y las implicancias de asumirse una persona “vieja”.

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      "Cómo me convertí en una persona mayor": es psicóloga y cuenta los pro y los contra de envejecer"Cómo me convertí en una persona mayor" es el tercer libro de Mónica Berjman. Foto Maxi Failla.

      Debe ser una de las pocas certezas que tenemos en este mundo: de seguir vivos, nos convertiremos en personas mayores. Sin embargo, algo pasa. "Los viejos" son siempre los otros, nunca nosotros, que somos los mismos de siempre con algún que otro "achaque". Hasta que un día, que representa de alguna manera un antes y un después, nos damos cuenta de algo: nos tocó. Ahora, somos personas mayores.

      Ese paso, que puede parecer sencillo de dar, es para muchos toda una revelación. Precisamente en este pasaje, en este puente (que no es de ser joven a ser viejo, sino que es más bien de no-saber a saber), es en el que se centra la psicóloga y escritora Mónica Berjman en su último libro “Cómo me convertí en una persona mayor” (Editorial Modesto Rimba).

      En contra del edadismo: "tendría que haber un movimiento de liberación de gente grande", dice Mónica. Foto Maxi Failla.En contra del edadismo: "tendría que haber un movimiento de liberación de gente grande", dice Mónica. Foto Maxi Failla.

      El título condensa todo lo que allí se relata: está claro que alude a asumirse y no a serlo. ¿Cómo da cuenta Berjman de este "click”? Percibiendo dolores, advirtiendo que hay cosas que cuesta mucho hacer, tomando nota de contrastes, comparando la vida de antes y la de ahora. Observando a los demás. Pero también asumiéndose más sabia, más liviana, con más herramientas.

      Una red de amigas que están para todo, nietos cercanos, mucha lectura, alguna mascota, inquietudes activas, curiosidad, y una mirada en perspectiva, parecen ser las claves que la autora plantea para atravesar este período, que sin embargo no está exento de nostalgia, momentos de tristeza y de hastío.

      —¿Cómo es que surge la idea de escribir un libro que retrate la manera en que advertís que sos mayor?

      —Ya había escrito otro libro que trata sobre la niñez, y ahora salté a la tercera edad. Creo que es porque se trata de la etapa que transito: empecé a tomar en cuenta muchas señales en mi cuerpo que me indicaban el cambio, y el cambio de generación. Quise escribir este libro sobre todo para manifestar que se debe abordar esta etapa con dignidad y se deben rechazar todas las discriminaciones de las cuales somos objeto.

      Hay algo que se llama edadismo, que es una discriminación a la gente que ha acumulado muchos años. Hay una serie de prejuicios que consideran que la gente mayor no puede aprender más, que no es útil, que solo habla de enfermedades o está enferma, equiparando vejez con enfermedad.

      Parece que uno ya no tiene intereses, como que todo se va achicando, y si bien es cierto por supuesto que algunas de esas cosas se pierden, si no se pierde el entusiasmo, está todo bien. Si uno mantiene ese entusiasmo, se está equiparado con cualquier otra edad: entusiasmo para encontrarse con amigos, para aprender nuevas cosas (desde intelectuales hasta prácticas).

      El libro trata de manifestar esto: que se puede ser grande y vivir con toda la plenitud posible.

      —En tu libro contás que la profesora de acquagym, esbelta, las mira desde afuera, como si fueran extraterrestres. ¿En qué sentido detrás del edadismo se esconde una resistencia a pensar que algún día nos tocará a nosotros?

      —Estoy de acuerdo, la profesora de natación está ahí, erigida en un podio frente a nosotras, a las que mira como tan diferentes. A mí a me da ternura, pienso "bueno, que ella crea que eso le va a durar siempre, pero dentro de un tiempo estará acá como nosotras haciendo aquagym para no perder la flexibilidad".

      Sin discriminar a los que lo hacen, creo que a veces cuando la gente grande acude a ponerse por ejemplo ropa que no va con su físico, o hacerse tanta cirugía, también puede ser visto como una manera de enmascararse, de pasar inadvertida, como si fuera nuestra ropa de combate. Porque te digo que es una especie de combate, tendría que haber un movimiento de liberación de gente grande.

      —Hace poco, la actriz Andie Mc Dowell dijo: "Quiero ser vieja. Estoy cansada de tratar de ser joven. Ser una persona mayor tratando de ser joven es mucho esfuerzo".

      —¡Pero claro que lleva mucho tiempo! Un día mi mamá, que me llamó durante muchos años para pedirme que la tiña, me dijo “basta no me tiño más”. Yo estaba sorprendida, pero lo entendí: basta de la exigencia de seguir pareciendo joven, equiparando juventud a todo lo bueno.

      —¿Cuáles crees que son las ventajas de esta etapa? ¿Qué es lo lindo de envejecer?

      —Primero rescato esto que dijimos, que es la liberación, poder decir “ya basta”. Porque llegada esta edad, uno se pone a pensar a qué llama sabiduría. Y yo creo que es la posibilidad de mirar las cosas a distancia y darse cuenta cómo la gente corre y corre, y estás en una especie de fárrago, de actividades permanentes.

      La autora, que también es psicóloga, postula al entusiasmo como la clave de esta etapa. Maxi Failla.La autora, que también es psicóloga, postula al entusiasmo como la clave de esta etapa. Maxi Failla.

      Por ejemplo, la madre va, viene, busca a los chicos al colegio, hace la comida, los lleva a natación, vuelve, trabaja. Y yo lo entiendo, porque lo hacía: es lógico que tengan que hacerlo, y también hay una suerte de alegría en correr y sentirse útil todo el tiempo. Hay como un orgullo, una adrenalina.

      Cuando veo por la calle a las chicas caminando, yendo y viniendo con los cochecitos del bebé, las miro con ternura y con un dejo de envidia, porque ahí yo me acuerdo cuando marchaba con mi bebé sintiéndome la reina del mundo.

      Pero hoy día, cuando me pongo a pensar respecto de las cosas que se están haciendo a esa edad, evalúo cuáles son importantes verdaderamente y cuáles nos están alejando en realidad de las cosas que más queremos. Porque estar corriendo para llevar al chico y traerlo, hay mucho tiempo que no se está con el chico, haciendo cosas con el chico. Creo que se trata de esto, poder ver las cosas con más distancia, poder relativizar.

      —Hablamos de edadismo, ¿cuáles creés que son además las barreras sociales con las que se topan las personas mayores?

      —Lamentablemente sigue habiendo barreras entre las distintas etapas en la vida, todo sería mejor si pudiéramos estar todos juntos, pero estamos separados. Yo creo que en parte es lógico, porque el tipo de actividades que se hacen de acuerdo a la edad nos separan, pero la posibilidad de estar en una gran mesa, viejos y jóvenes charlando, riéndonos y respetándonos mutuamente creo que haría que la sociedad fuera más feliz y más sabia.

      Creo que está relacionado con la manera en que los padres eduquen a los chicos a ver a los mayores, y también cómo ellos mismos traten a sus propios padres.

      Y quizás aquí tendría que intervenir más el Estado, hacer actividades que nos junten, que sean interesantes, pero que realmente le interese al joven, no que sea una obligación, como la buena acción con la abuela...

      —Vos hablás del entusiasmo, aunque también es cierto que mucha gente se siente sola o se deprime. ¿Eso tiene que ver con las características de la personalidad de cada uno">